La península de Yucatán enfrenta una grave crisis ambiental generada por megaproyectos extractivistas como las fábricas de cerdos, el despojo, el modelo inmobiliario, la agroindustria y los monocultivos, parques eólicos y solares, los proyectos turísticos el gran ecocidio generado con el proyecto del Tren maya. Estos proyectos además impactan los modos de vida tradicionales y la riqueza biocultural de los pueblos originarios que habitan en la península de Yucatán, rompiendo nuestro tejido social. 

Lo anterior ha agravado la crisis de pérdida acelerada de biodiversidad y profundizado los impactos ambientales, sociales, culturales y de violación a los derechos humanos que han sido y continúan siendo devastadores.

En el territorio existen desde hace miles de años proyectos de producción agroecológica, de apicultura y de turismo comunitario y sustentable, entre muchos otros; que han sostenido la economía de la región y que son encabezados por comunidades que buscan proteger su territorio, sus formas tradicionales de vivir y el ecosistema.

Las comunidades originarias se han sostenido desde tiempos inmemorables con la apicultura y la agricultura tradicional, como la milpa. Además se desarrolla el turismo comunitario y sustentable. Ambos ahora están amenazados por la imposición de estos proyectos extractivistas.  Ante ellos, las comunidades  buscan proteger su territorio, sus formas tradicionales de vivir y el ecosistema.

El día de hoy, estas comunidades nos unimos de forma colectiva y juntas buscamos preservar nuestros territorios y bienes comunes en uno de los sitios prioritarios para la la biodiversidad de México, con un patrimonio biocultural inigualable, y declaramos que: 

  • No aceptamos el concepto del desarrollo impuesto y construido sobre un racismo estructural y sistémico. Para nosotras el desarrollo es la garantía del trabajo libre y la aplicación de sus conocimientos ancestrales, aprovechando nuestros recursos de manera sustentable cuya defensa se hace desde la colectividad. 
  • Se deben garantizar las condiciones que respeten nuestros modos y medios de vida y  los servicios básicos en las comunidades; si nuestras necesidades están cubiertas, entonces podremos luchar contra esta devastación. 
  • Somos las comunidades quienes debemos estar al centro de la lucha. Los pueblos organizados deciden cómo manejar y aprovechar sus bienes naturales, las comunidades debemos decidir el desarrollo que queremos. Valoramos y reconocemos la cosmovisión ancestral que nos permiten resolver nuestros problemas locales sin una visión externa
  • Nos regimos por la autogestión y la autodeterminación de los pueblos, no podemos ser ignoradas e ignorados por los gobiernos de paso. La clase política debe mandar obedeciendo. Exigimos al Estado el cumplimiento de sus obligaciones. 
  • El territorio no es un terreno que pueda venderse, ¡Es donde transcurre nuestra vida! La agenda territorial y de desarrollo debe ser un plan de vida. Este modelo debe contemplar la biodiversidad. 
  • Urge terminar con la colusión entre gobiernos y empresas y regular a las industrias que se benefician destruyendo los bienes comunes. Vivimos en un sistema mercantil que siempre busca explotar, se ha apropiado de la salud, de la educación, del transporte público, de la vivienda, del agua, de las semillas, de nuestra tierra, etcétera. 
  • Las inmobiliarias se aprovechan de la corrupción para crecer sin ninguna clase de regulación y están excediendo la capacidad de carga de las regiones. Regulemos y sancionemos los intereses de las inmobiliarias que se ciernen sobre nuestros territorios.
  • Llamamos a una nueva visión de la educación, hoy en día ésta prepara para servir al capital, y no al pensamiento crítico y su comunidad. Se nos enseña una visión única de la realidad sin sensibilidad por la naturaleza. Fomentamos la educación ambiental y el amor por el territorio.
  • Promovemos el conocimiento de la flora y fauna que existe en la zona del pueblo maya para protegerlas. Somos las comunidades quienes ya producimos nuestro propio alimento en autonomía, decidiendo qué queremos sembrar y qué queremos comer. El gobierno debe facilitar las oportunidades para lograrlo.
  • Reconocemos a los otros y a las otras que también luchan por el territorio, porque sabemos que es la única forma de luchar en unión contra los grandes intereses que hoy devastan la Península de Yucatán. 
  • Fortalecemos las alianzas comunitarias avanzando a nuestro tiempo que es diferente al del capitalismo. Nos organizamos comunitariamente para fortalecer la lucha con otras personas académicas, ambientalistas, con organizaciones para formar un frente común. Llevaremos las reflexiones del foro a nuestras casas, a nuestras comunidades, a nuestros barrios. 
  • Hagamos milpa, sin transgénicos, sin plaguicidas que envenenan nuestras tierras, nuestra agua y nuestros cuerpos. Promovemos la milpa agroecológica y la medicina tradicional porque ellas, en su conjunto, significan alimentos y vidas sanas para la gente y para el planeta.
  • Sin las abejas no hay vida. Reconocemos su papel en la protección de la biodiversidad y nuestra calidad de vida; durante miles de años hemos vivido en equilibrio con ellas, alimentándonos gracias a ellas y agradeciendo el beneficio que le dan a la flora y la fauna. 
  • Nuestro territorio no debe ser considerado una fábrica de carne para otros países a costa de nuestra agua. Detengamos las granjas porcícolas que contaminan nuestro territorio.
  • Combatiremos el turismo depredador, ese que no respeta lo local y privatiza el territorio beneficiando al capital extranjero y cuyo fin es obtener ganancias económicas a  nuestra costa, nuestra selva, nuestros mangles, nuestros humedales, nuestros cenotes, nuestra agua, y del buen vivir.
  • No puede haber desarrollo con desigualdad y con la riqueza concentrada en unas cuantas manos. No hay desarrollo en la Península de Yucatán si no es para todos y todas. Buscamos un buen vivir que ponga freno a la industria y sus actividades extractivistas.
  • No aceptamos la continua violación de nuestros derechos humanos al agua; al medio ambiente; a la tierra y el territorio; a nuestra libre determinación y autonomía. 
  • Luchamos contra la resignación, las cosas sí pueden cambiar y deben hacerlo.

Es momento de repensar el sistema actual de producción extractivista y buscar soluciones de raíz a las problemáticas que aquejan a la Península de Yucatán y sus habitantes. Seguiremos buscando alternativas de desarrollo basadas en la solidaridad, en el reconocimiento de la cultura ancestral, en los tiempos y las formas de vida que las y los habitantes del territorio maya peninsular decidan. 

El desarrollo debe ser comunitario y consensuado con las personas habitantes del territorio o no será, porque de otra manera, es extractivismo. Buscamos una sociedad plural, incluyente y respetuosa con el medio ambiente, en la que se reconozcan la sabiduría y las autonomías de los pueblos indígenas y las comunidades locales.

Las organizaciones que aquí firmamos nos solidarizamos con este posicionamiento y con las comunidades indígenas y locales, y seguiremos trabajando bajo su guía para acompañarlas. 

¡Exigimos que se respete la autonomía y el derecho a la libre determinación de los pueblos! 

¡Exigimos un alto a la devastación del territorio Maya!

¡Por el buen vivir y la biodiversidad de la Península de Yucatán!

Firmantes:

Alberto Rodríguez Pisté, Consejo Maya Chikin Já

Ambar Mariana Cuevas Velázquez, Jaguar Wildlife Center

Ana Sofía Lázaro Salazar, Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán

Claudia Noemi May Choch, Guardianes de los Manglares de Dzinintun

Colectivo de Atención Comunitaria U Yutzil Kaaj

Cuauhtémoc Jacobo Femat- Consejo Ciudadano Por El Agua de Yucatán 

Dra. Geovanna Campos Vázquez

Flor María Flores May, Centro Cultural y de Derechos Humanos “Casa Colibri”

Francisco Cab Uc, Guardianes de las Semillas

Gilberto M, González Kuk, Colectivo Chaán Chíich/Academia 

Greenpeace México

Gretty Araceli Canche Chuc 

Héctor Daniel León Hernández, Muuch Isambal, A.C.

Idelfonso Yah Alcocer, Guardianes de las Semillas

Indignación Promoción y Defensa de los Derechos Humanos A.C. 

Jaime González Talantino, Equipo Abejas, Ecosur

Jesús Roberto Poot Yah, Misioneros A.C.

Jose Clemente May Echeverria, Ka’nan Ts’onot

José Isaias Uhcanul, Guardianes de los Manglares de Dzinintun

José Urbina-Selvame del Tren

Julieta Guadalupe Moguel Pliego, El Hombre de la Tierra, A.C.

Kanan Derechos Humanos A.C.

Karen Solís Ojeda, Centro Cultural y de Derechos Humanos “Casa Colibri”

Laura Patricia Serralta Batun, estudiante de posgrado de la UADY

Limbert Ariel Dominguez Huchin, Fundación Vive Peninsular, A.C.

Lucero Flores, Ja´Kanules – Guardianes del Agua

Manuel Xool Koh, Co’ox Mayab Observatorio para la Defensa del Territorio Maya

Margarita Isabel Pérez Díaz, Activista Ambiental 

Margarita Rosales, Misioneros A.C.

Mario Eugenio Jesús Arnol González, Consejo Ciudadano por el Agua en Yucatán

Marta Roselmy Tun Chul, Consejo Maya del Poniente de Yucatán Chik-in-ja´

Matilde Edilberta Dzib Dzul, Consejo Maya del Poniente Chik-in-ja´

Mónica Itzel Fernández Santiago, Siempre Unidas

Pablo Carrillo Ancona, voluntario de Greenpeace México A.C. 

Patricio Eleisegui

Paul Harry Yáñez- Chanzakan

Randy Aldair Azcorra Pérez, Centro Cultural y de Derechos Humanos “Casa Colibri”

Raúl Javier Can, Muuch Kambal A.C.

Ricardo David Kumul Canul, Guardianes de las Semillas del Sur de Yucatán

Ricardo Piña Cab, Guardianes de las Semillas

Roger May Cab, Misioneros A.C, Guardianes de las semillas

Rosa Cruz Pech, UADY sin Acoso

Roxana P. Ramírez López, Activista Ambiental

Segio Madrid,Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura

Silvana Giselle Gorocica Herrera, Centro Cultural y de Derechos Humanos “Casa Colibrí”

Susana Arizmendi Carrillo, Colectivo Garra Balam

Teresa Vaught Charrut, Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán. Mundo y Conciencia A.C. 

Valeria Contreras Hernández

Yameli Aguilar Duarte, Consejo Ciudadano por el Agua de Yucatán