• Tener más y mejor transporte público ayudaría a conseguirlo
  • Endurecer el programa de contingencias ambientales busca proteger la salud de las personas

Desde Greenpeace coincidimos con la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) en que para proteger la salud de la población y mejorar la calidad del aire no basta con un Programa de Contingencias para el Valle de México, sino se requiere la aplicación de medidas que replanteen la movilidad en la Megalópolis y la política energética del país, basadas en el consumo de combustibles fósiles que afectan seriamente la calidad del aire que respiramos y contribuyen al cambio climático.

Lamentablemente con enfocar los esfuerzos gubernamentales en la difusión de la información no se se mejorará la calidad del aire; el mismo gobierno lo reconoce al presentar las medidas necesarias para limpiar el aire que respiramos, entre las que destaca buscar alternativas para reducir la demanda de combustibles desde su producción, incluídas las refinerías, fortalecer las capacidades de monitoreo de calidad del aire, mayor inversión en transporte público, movilidad no motorizada, restricciones para evitar la congestión, entre otras.

La calle es nuestra. Sí, es tuya, mía y de cualquier persona que transite por ella. Más que una frase de propiedad, decir que la calle es nuestra significa que todas y todos tenemos el mismo derecho a transitarla y por ello debemos compartirla, lo cual no sucede en la mayor parte de las ciudades mexicanas. Cuántas veces nos ha pasado que como peatones encontramos calles sin banquetas o las que hay, están en muy mal estado que nos obligan a bajar al arroyo vehicular -arriesgando nuestra vida- porque no hay suficiente espacio para que circulen los autos y además la gente camine. Qué hay de las personas en sillas de ruedas que no encuentran rampas ni paradas para abordar el transporte público, lo mismo que las madres con carriolas. Qué hay de los ciclistas y el transporte público que carecen de carriles para transitar mientras que los automóviles que tienen la mayor parte del espacio público, tampoco lo encuentran en las mejores condiciones. Desde hace ya unos años existe la tendencia global de implantar modelos de calles completas en las ciudades, que va más allá del enfoque tradicional de privilegiar a los automóviles, sino que todos los medios de transporte incluido el público y el privado así como la bicicleta y la movilidad activa (caminar) tienen la misma importancia para que sean las personas las que decidan cómo quieren transportarse. Además de ello, las calles completas se conciben como un espacio donde la gente vive más que solo desplazarse. Con honestidad, cuánto tiempo del día pasamos fuera de casa. Mucho, ¿Cierto? Al menos 10 horas en promedio, 8 de la jornada laboral y dos de traslado, en el que en algunos casos hacemos compras o quedamos con un amigo o amiga, pues la calle completa también busca que las personas tengan acceso a parques, plazas, tiendas, terrazas, sin importar su forma de transporte. Si bien, cada calle tiene necesidades distintas hay características que todas deben considerar, por ejemplo que las aceras sean amplias, que se puedan cruzar con seguridad, pasos de cebra eficaces, aligerar el tráfico sin que eso signifique hacer que los autos circulen a grandes velocidades sino todo lo contrario. Aunque suene difícil de creer, el concepto de calle completa ya se ha aplicado en varias ciudades mexicanos y queremos que se replique en más, por ello, la idea de mejorar el transporte público es un primer paso. Ayúdanos a conseguirlo.

“Nadie quiere tener contingencias frecuentes que paralicen la ciudad, pero el tema no está en no decretarlas sino en no alcanzar las concentraciones de contaminantes que las detonen. Es momento de aprovechar la oportunidad que brinda el amparo para transformar la movilidad y mejorar los instrumentos de medición y monitoreo de calidad del aire. Greenpeace está abierta a la colaboración para avanzar en este cambio de rumbo”, señaló Pablo Ramírez, responsable de los temas de Calidad de aire del proyecto de Revolución Urbana de Greenpeace México.

En México, 17 mil personas mueren al año a causa de padecimientos relacionados con la contaminación del aire, mientras que en términos económicos, este problema representa el 3.2% del PIB anual. La pregunta entonces no es cuál es el impacto en los sectores industrial y comercial al cumplir con los límites de contaminantes establecidos por las normas de salud ambiental, -y a las que el gobierno debería apegarse para declarar las contingencias ambientales según la resolución del Juzgado Cuarto en materia administrativa en la Ciudad de México- sino cuál es el impacto de esos sectores en la salud y el medio ambiente al rebasarlos la mayoría de los días del año.

Entre las investigaciones más recientes se encuentra un estudio realizado por el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) (2016), en el cual se analizaron cifras de 2014 para calcular cuántas muertes fueron evitables en la región centro del país -Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y Morelos- por padecimientos cardiovasculares, cardiopulmonares, cáncer de pulmón y enfermedades isquémicas en dos escenarios de reducción de niveles de partículas PM2.5: de haberse cumplido con las normas mexicanas NOM (1)

Los resultados mostraron que 8,464 muertes pudieron haberse evitado de haber cumplido con la Norma de Salud Ambiental que establece el límite máximo permisible de PM2.5, contaminante que detonó la contingencia extraordinaria que se vivió en el centro del país a mediados de mayo de este año y que obligó a las autoridades a incluirlo en los protocolos para la declaratoria de contingencias ambientales; 2,756 muertes de PM10 -más del 80% de estas muertes en la Ciudad de México y el Estado de México-. Para el ozono, las muertes evitables por reducción de niveles hubieran sido 260 en caso de seguir las NOM.

Tráfico en Ciudad de México © Argelia Zacatzi

Tráfico en Ciudad de México

Es por ello que como sociedad esperamos que las autoridades cumplan con las Normas Oficiales Mexicanas como lo ordena el juez y tomen las medidas necesarias para conseguirlo, en lugar de rendirse ante la idea de que tenemos que respirar aire de mala calidad por la dificultad de cambiar el modelo de desarrollo y dejar en manos de la ciudadanía lidiar con este problema y las afectaciones a su salud porque solo reaccionarán cuando cuando la calidad del aire sea “muy mala” de acuerdo con las categorías del Índice de Calidad del Aire en la Zona Metropolitana del Valle de México.

Este año solo hemos tenido 19 días de aire limpio en la ZMVM de acuerdo con los límites de las normas oficiales mexicanas, tal como lo reconoció la Comisión Ambiental de la Megalópolis. Es urgente conocer el plan de acción de los gobiernos que conforman la Megalópolis para transitar hacia el cumplimiento de los límites de la NOM en los estados de la megalópolis, atendiendo las necesidades de la población y la emergencia climática en la que vivimos, así como un diagnóstico sobre los impactos a la salud por los niveles de contaminación que respiramos actualmente.

Urban Revolution Viaduct Protest in Mexico. © Argelia Zacatzi
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