Cuando pensamos en ozono, una de las primeras cosas que vienen a nuestra mente es la capa que cubre a nuestro planeta y la protege de la radiación solar y de objetos que pueden impactar en la superficie. Resulta irónico que sea ese mismo el mismo gas que protege a la Tierra el que ahoga a la Ciudad de México desde hace más de 3 décadas.

Y es que todos los que nacimos a partir de finales de los años ochenta, en la CDMX, prácticamente no sabemos lo que es respirar aire limpio, siendo el ozono un compañero permanente en cada respiración que tomamos. Los que crecimos aquí sabemos lo que es pasar nuestros recreos dentro del salón de clases porque “hay contingencia”, sabemos lo que es crecer con asma, rinitis y alergias varias, sin poder ver los cerros y, en ocasiones, los edificios más próximos.

Se podría decir que los capitalinos de menos de 40 años somos hijos de la contingencia, porque si bien las políticas para mitigar las emisiones de este contaminante han logrado disminuir la concentración, puesto que pasamos de calidad del aire extremadamente mala a tan solo mala, la calidad del aire que respiramos sigue siendo mala y poniendo en riesgo nuestra salud. Además que como se muestra claramente en el mosaico de concentraciones de ozono, desde hace mucho años se estancó la reducción y de hecho se han intensificado los días con muy mala calidad del aire en los últimos años.

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Hoy por tercera vez en el año estamos en contingencia por ozono, eso quiere decir que tres días de los 100 que han transcurrido en el año  el aire que respiramos es de muy mala calidad, peligroso y resulta dañino para toda la población y los demás seres vivos de esta ciudad.

¿Por qué a pesar de las medidas que se han tomado no logramos respirar aire limpio en la ciudad? El ozono, a diferencia de otros contaminantes, no se emite directamente a la atmósfera, sino que es producto de reacciones fotoquímicas de otros gases y compuestos con la luz solar. Uno de los gases precursores del ozono son los óxidos de nitrógeno (NOx) que resultan de la combustión de combustibles fósiles en el transporte.

Las políticas de restricción vehicular como el hoy no circula y la verificación vehicular sirvieron  para disminuir la cantidad de emisiones de contaminantes del escape de los autos, pero los créditos cada vez más accesibles para adquirir un auto y la gasolina subsidiada han ocasionado el incremento del número de vehículos que circulan a diario.

Urban Revolution Viaduct Protest in Mexico. © Argelia Zacatzi

Protest in one of the main avenues in Mexico City. Number of deaths from air pollution exposure, could be avoided if Cofepris adjusted standards of air quality.

Esta ciudad necesita desahogarse de la contaminación permanente en su aire y también de la congestión eterna en sus calles, es por ello que necesitamos cambiar  el sistema de movilidad para dar prioridad al desarrollo de más y mejor transporte público, infraestructura para que la gente pueda moverse en bicicleta, cuando la distancia sea posible, y para que pueda caminar de forma segura por la ciudad, estas acciones pueden generar cambios drásticos en la calidad del aire que respiramos, en la mejora de nuestros trayectos y por ende en la calidad de vida de los más de 20 millones de personas que compartimos aire y espacio en esta ciudad.

No es normal respirar aire que nos hace daño y tampoco es normal que moverse en la ciudad sea un infierno. Habitar una ciudad vivible es posible, siempre y cuando se diseñe para la gente y no para los coches.    

Únete para terminar con esto y exigir más y mejor transporte público.

 

Urban Revolution Viaduct Protest in Mexico. © Argelia Zacatzi
Exige transporte seguro y sin contaminación del aire

Exijamos más y mejor transporte que nos ayude a mejorar el aire que respiramos en nuestras ciudades

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