Washington D.C a 24 de febrero de 2023. En el primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, activistas de Greenpeace en los EE. UU. y en otras partes del mundo advierten sobre la rápida expansión de los proyectos de combustibles fósiles y los múltiples conflictos que podrían surgir como resultado de ello.

Marzo 2022. Activistas de Greenpeace han protestado contra la guerra en Ucrania y han denunciado la relación entre los combustibles fósiles y la financiación y el desencadenamiento de conflictos. A bordo de varias embarcaciones, los activistas exhibieron pancartas con los mensajes ‘El gas financia la guerra’ y ‘No a la guerra’ frente al buque Nikolái Urvántsey mientras descargaba gas ruso en el puerto de Bilbao. Con esta acción, Greenpeace reitera que la única solución es el fin inmediato de la guerra y pide terminar con la dependencia del petróleo y el gas.

El año pasado, naciones de todo el mundo se unieron para condenar la invasión de Ucrania por parte de Rusia y los intentos de anexiones ilegales. También se ha visto a las grandes empresas petroleras obtener ganancias récord de casi 200 mil millones de dólares como resultado de la guerra y los gobiernos duplicando su gasto en subsidios a los combustibles fósiles al tiempo que también aprobaron nuevos proyectos de petróleo y gas. Estos incluyen las llamadas bombas de carbono; proyectos que podrían generar al menos 1.000 millones de toneladas de emisiones de CO2 a lo largo de su vida útil y que, de no detenerse, arrastrarían al mundo más allá del objetivo de calentamiento de 1.5 °C; además de que, seguramente, desencadenarán nuevos conflictos, como se advirtió en un reporte del Consejo de Inteligencia de EE. UU.

En 2022, EE. UU. exportó más gas a la Unión Europea que nunca antes. En 2023, se prevé que EE. UU. exporte más gas que cualquier otro país debido a la producción en la Cuenca Pérmica, la bomba de carbono más grande de América del Norte ubicada entre Texas y Nuevo México.

Dar luz verde rápidamente a la infraestructura de gas en los EE. UU. y en todo el mundo tendrá serias consecuencias climáticas y de salud a largo plazo al condenarnos a décadas de emisiones que muy probablemente llevarán al mundo más allá de los límites seguros para el clima.

“La respuesta a la transición del petróleo y el gas rusos no es llevar el dolor y el sufrimiento a otro país, sino acelerar la transición a energías renovables y rehabilitarse de los venenosos combustibles fósiles. Los gobiernos de todo el mundo no pueden seguir mirando hacia otro lado mientras los directores ejecutivos de las transnacionales de combustibles fósiles sacrifican comunidades que se encuentran en la primera línea como las de Luisiana y Texas”, dijo John Noël, responsable principal de campañas climáticas de Greenpeace USA. “La expansión imprudente de la extracción de petróleo y gas en la Cuenca Pérmica y en el Golfo del Sur eclipsa cualquier progreso ambiental realizado por la administración Biden hasta la fecha. La asombrosa cantidad de nuevos acuerdos de exportación de gas licuado que se están realizando subraya la hipocresía climática de la era Biden. No podemos abordar de manera significativa la crisis climática y, al mismo tiempo, sancionar la producción y exportación ilimitadas de petróleo y gas”.

Más allá de la Unión Europea, donde las importaciones de la Cuenca Pérmica son perjudiciales para los objetivos climáticos, la planificación de importaciones de gas incluye a México, así como al este de Asia.

“La bonanza del gas del año pasado nos amenaza con inestabilidad geopolítica. El nuevo gasoducto planificado de México no sólo importará gas de EE. UU., sino que le dará un golpe a la soberanía latinoamericana, otorgando a las compañías extranjeras de petróleo y gas un punto de entrada en nuestros asuntos, también implica que México maquilará las exportaciones de GNL del Pérmico, absorbiendo las externalidades ambientales y sociales.” Advirtió Gustavo Ampugnani, director ejecutivo de Greenpeace México.

Otras bombas de carbono que se están explotando tras el asalto del año pasado a Kiev incluyen los campos de gas Woodside de Australia en el proyecto Burrup Hub, que plantea múltiples riesgos para los ecosistemas marinos, incluidos parques marinos que figuran en la lista de la UNESCO y los hábitats de ballenas y tortugas en peligro de extinción, con el plan de importar gas a países tan lejanos de Australia como Alemania.

En la República Democrática del Congo, en la implacable expansión de la industria de los combustibles fósiles y solo dos meses después de la invasión rusa a Ucrania, el gobierno lanzó una subasta masiva de 30 bloques de petróleo y gas, sobre tierras indígenas y humedales, amenazando con la liberación de al menos 3 mil millones de toneladas de carbono, más que todas las emisiones anuales de los países de la Unión Europea.

“La expansión de la industria de los combustibles fósiles significa perpetuar el conflicto y la injusticia en otros lugares. La extracción de petróleo y gas tiene un legado perdurable de violencia y destrucción, que van desde la Guerra Civil en Sudán, los asesinatos de comunidades indígenas en Ogoniland en Nigeria, hasta conflictos contemporáneos como el de Mozambique. Claramente, los modelos neocoloniales de extracción de combustibles fósiles a cualquier precio tienen que llegar a su fin”, dijo Melita Steele, Directora de Programas de Greenpeace África.

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