¿Qué está pasando?

En junio, Shein, el minorista de moda en línea más grande del mundo, anunció una donación de $15 millones de dólares a una ONG que trabaja con empleados de desechos textiles en Ghana.

Esta promesa, realizada en la cumbre mundial de la moda en Copenhague, le valió al gigante de la moda ultrarrápida algunos elogios. Pero sin un cambio drástico en su modelo de negocios, esto no es más que un truco greenwashing más. 

Una mirada a detalle

It is hard to believe, but Shein has managed to take the already unsustainable fast fashion business model beyond this extreme and turn it into an “ultra-fast fashion” model, that is reliant on wasting Earth’s precious resources and depends on the exploitation of the environment and people

Es difícil de creer, pero Shein ha logrado llevar el –ya insostenible– modelo comercial de la moda rápida más allá del existente extremo y convertirlo en un modelo de “moda ultrarrápida” que depende de desperdiciar los valiosos recursos de la Tierra y depende de la explotación de los ambiente y personas.

Shein produce cantidades enormes de artículos de moda que resultan desechables y muy baratos, y con más nuevos estilos al día que cualquier otra marca de moda rápida. Debido a que la ropa es tan barata, la mayoría de las devoluciones probablemente terminen en los basureros, ya que costaría más volver a ponerlas en circulación.

Dado que los basureros ya están repletos de desechos en Kenia, los textiles a menudo se vierten directamente en los ríos, como se muestra aquí en el río Nairobi. © Kevin McElvaney / Greenpeace

En abril de este año, un equipo de investigación compuesto de Greenpeace África y Greenpeace Alemania realizó un viaje de investigación a Kenia y Tanzania para descubrir dónde termina mucha de la ropa barata producida por las marcas de moda ultra rápida una vez que termina su corta vida: en enormes basureros, quemada en fogatas, a lo largo de las riberas de los ríos y arrastrada al mar, con graves consecuencias para las personas y el planeta.

Las impactantes imágenes e historias que Greenpeace Alemania publicó en su informe Poisoned Gifts son muy similares a las de Ghana, donde trabaja la ONG The Or Foundation, que es la organización que recibe las donaciones caritativas de Shein.

Un reciclador en el vertedero de Dandora en Nairobi. Debido a las pesadas cargas que tienen que transportar, muchos de ellos sufren lesiones físicas. © Kevin McElvaney / Greenpeace

Si bien el trabajo de la Or Foundation resulta necesario, no debería depender de las donaciones. Además, la cadena de suministro de Shein y los impactos de los desechos textiles no se limitan a Ghana. Siguiendo el principio de ‘El que contamina paga’, los productores como Shein deben ser responsables de asumir el costo de limpiar el daño ambiental y de salud causado a lo largo de la cadena de suministro, independientemente de la extensión geográfica del daño.

¿Qué debe suceder? 

En estos tiempos de crisis climática y de pérdida de biodiversidad, el modelo de negocio de Shein nos está llevando aún más en la dirección equivocada. Necesitamos que las marcas de moda globales den una vuelta en U y comiencen a producir menos prendas que también estén diseñadas para ser de mejor calidad, más duraderas, reparables y reutilizables.

In these times of climate emergency and biodiversity crisis, Shein’s business model is taking us even further in the wrong direction. We need global fashion brands to make a U-turn in the opposite direction, and start producing fewer clothes that are also designed to be better quality, longer lasting, repairable and reusable.

Si finalmente estas marcas abandonaran sus modelos comerciales lineales, cambiaran su forma de pensar, que está estancada en la entrega de nuevos productos, y se convirtieran en proveedores de servicios para mantener, reparar, revender y compartir ropa, tendríamos la oportunidad de preservar nuestros valiosos recursos. Y nuestro hermoso planeta para las generaciones futuras. 

Viola Wohlgemuth es Campañista de Economía Circular y Tóxicos en Greenpeace Alemania.