Las consecuencias del cambio climático se expresan en devastadores fenómenos climáticos pero también en nuestra vida diaria. Muchos de estos efectos los padecen las poblaciones más vulnerables (comunidades costeras, mujeres, infancias, personas en contexto de pobreza o movilidad, entre otras) y otros los enfrentaremos la población entera por varias generaciones. Cual sea el escenario, el cambio climático es una realidad sobre la que debemos actuar para frenar lo antes posible sus impactos negativos. 

En los recientes 50 años, las temperaturas promedio en el país aumentaron aproximadamente 0.85°C por arriba de la normal climatológica, de acuerdo con la plataforma “México ante el cambio climático”. Por esto, en los años recientes se ha observado una mayor intensidad de periodos de sequías, lluvias y ciclones tropicales. 

El huracán Otis, ocurrido en 2024 en Guerrero, fue sólo una prueba de estos efectos pero en todo el país ya se experimenta un aumento de zonas desérticas, temperaturas extremas, tormentas intensas, adelantos de épocas de calor, pérdidas de bosques, disminución o desaparición de glaciares, como el del volcán Pico de Orizaba, y aparición o propagación de enfermedades como el dengue y otras de este tipo. Estos impactos del cambio climático se observan en la naturaleza pero también en nuestra alimentación, nuestra salud y nuestros bolsillos.

Con 1.75°C, enero de 2025 fue el mes más caluroso de la historia del planeta con respecto a la época preindustrial (antes de la actividad industrial a gran escala, que empezó en el siglo XVIII), de acuerdo con datos reportados por las Naciones Unidas. Este aumento de la temperatura global está asociado principalmente con la quema de combustibles fósiles para la actividad humana. Es de recordar que desde 2025, los países alrededor del mundo adoptaron en el llamado Acuerdo de París la meta de limitar el aumento de la temperatura por debajo de los 1.5°C, ya que de superar esta marca el planeta podría experimentar una situación insostenible para la vida digna.

El cambio climático también implica variaciones en las precipitaciones y el viento, lo que provoca un cambio en la intensidad de tormentas, ciclones y huracanes. Por ejemplo, según el Atlas de Mortalidad y Pérdidas Económicas por Fenómenos Meteorológicos, Climáticos e Hídricos de los organismos, retomado por las Naciones Unidas, entre 1970 y 2019 estos peligros naturales representaron 50% de todos los desastres, 45% de todas las muertes reportadas y el 74% de todas las pérdidas económicas reportadas. 

En ese periodo se registraron más de 11.000 desastres atribuidos a estos peligros en todo el mundo, con algo más de dos millones de muertes y 3,64 billones de dólares en pérdidas y más del 91% de las muertes se produjeron en los denominados países en desarrollo.

Fotografía de inundación en Chalco, Estado de México.
Pobladores de Valle de Chalco y Chalco de Covarrubias en el Estado de México viven bajo las aguas negras por inundaciones desde el 2 de agosto de 2024. © Gustavo Graf / Greenpeace

Las sequías y las inundaciones son resultado de los cambios acelerados que sufre la atmósfera. Para febrero de 2025, 11.7% de territorios en México presentaba algún tipo de sequía, con mayor intensidad en el norte del país, donde se ubican nuestros sistemas productivos. Esto es importante porque las sequías y la escasez de agua generan daños a las plantas y animales, pérdidas de cultivo, escasez y aumento en el costo de alimentos, desplazamientos de comunidades y poblaciones, tormentas de polvo y conflictos sociales. 

Fotografía de la Presa La Boca en Monterrey sin agua debido a sequía en 2022.
Presa La Boca en Monterrey sin agua debido a sequía en 2022.

El incremento del nivel medio del mar que se espera a finales de este siglo es de aproximadamente 1m. Esto traerá alteraciones de oleaje, marea, marea por tormenta o la morfología costera, esto implica inundación de zonas costeras, cambio en zona de humedales, erosión de la línea de costa, intrusión salina en estuarios y acuíferos, cambios en la composición y productividad de los ecosistemas, pérdida de biodiversidad, alteración del régimen de mareas, cambios en patrones de sedimentación y disminución de la penetración de la luz para organismos bentónicos. 

Esto también traerá consecuencias la pérdida de tierras, infraestructura y hábitats costeros; aumento del riesgo de inundación para las personas, pérdida de turismo y efectos en la agricultura y acuacultura, de acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua. 

Las consecuencias del cambio climático ya son palpables. Un ejemplo cercano de ello es la comunidad de El Bosque, en Tabasco, en México, donde la erosión costera se comió las casas, las escuelas y toda la vida común de quienes habitaban ahí. Gracias al apoyo colectivo, la comunidad de El Bosque fue reubicada y reconocida como la primera desplazada climática en México.

Aunque el escenario es desalentador, aún no todo está perdido. Al contrario. La información científica permite afirmar que, si actuamos ahora mismo para mitigar los daños que causa la actividad humana sobre el medio ambiente, es posible evitar peores efectos del cambio climático. Si quieres formar parte del movimiento mundial que está actuando por el planeta, te invitamos a firmar la petición y a contribuir al trabajo que realizamos cada día para proteger el medio ambiente. 

Fotografía de incendio en un bosque
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