Este artículo es el primero de una serie de tres partes, “Un tren sin frenos,” que documenta los conflictos sociales y ambientales alrededor del proyecto de infraestructura controversial del Presidente Andrés Manuel López Obrador: el Tren Maya.

El llamado Proyecto de Desarrollo Tren Maya del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se ha enfrentado con asociaciones de la sociedad civil, organizaciones ambientales internacionales y el propio sistema judicial del país desde que el proyecto comenzó formalmente en junio de 2020. Tres años y 10 millones de árboles talados después, el tren de López Obrador avanza a todo vapor en medio de batallas judiciales irresueltas y la condena internacional.

Deforestación ocasionada por el Tramo 5 del Tren Maya.
© Paola Chiamonte

El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) de México y la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) administran los 1.525 kilómetros de ferrocarril de media velocidad. Sus siete vías férreas atraviesan cinco estados (Chiapas, Tabasco, Yucatán, Campeche y Quintana Roo) y 2,87 millones de hectáreas de selva en la península de Yucatán.

López Obrador afirma que el desarrollo inmobiliario, la agricultura industrial y el turismo en las regiones indígenas y rurales sacarán de la pobreza al sureste de México, el lugar que desde hace mucho tiempo ha sido abandonado por el gobierno federal.  Pero organizaciones como el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), Greenpeace México y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han arremetido contra FONATUR por lanzar la construcción sin Manifestaciones de Impacto Ambiental adecuadas, violar los derechos de las comunidades indígenas y amenazar el diverso patrimonio biocultural del país.

Contaminación del agua

A partir de 2023, las comunidades y las organizaciones de la sociedad civil han presentado más de 50 amparos contra los siete tramos con el fin de frenar la construcción. Muchas medidas cautelares se refieren a que la ruta del tren pasará a través de 20 áreas naturales protegidas en el segundo bosque tropical más grande de América Latina, la Selva Maya, que amenaza con causar daños potencialmente irreversibles a los ecosistemas regionales y las fuentes de agua dulce del país. El tramo cinco, que va desde Cancún hasta Tulúm y atraviesa delicados ecosistemas de cuevas y selvas, ha sido un punto de conflicto para tales batallas legales. 

Organizaciones ambientalistas como Cenotes Urbanos, Greenpeace y Sélvame del Tren están alertando que el suelo kárstico de la región, lleno de huecos y compuesto de caliza blanda que se disuelve en el agua, colapsarán bajo el peso del tren de velocidad de 120 km/h a 160 km/h. Grupo México, una de las principales agencias de construcción del tramo cinco, citó la “inviabilidad técnica” de construir de manera segura la sección del tren antes de la fecha límite y se retiró del proyecto en 2023. Los colapsos y la contaminación por diésel amenazan el agua limpia para más de 1,8 millones de ciudadanos de Quintana Roo y la mayor reserva de agua dulce de México en una región que ya enfrenta graves sequías.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) admitió que la construcción entre Playa del Carmen y Tulum podría tener “impactos críticos.” El CONACYT describió el colapso de los sistemas de cuevas, las alteraciones en el flujo de agua y las amenazas potenciales a la salud de las poblaciones de jaguares, que están en peligro de extinción, como posibles efectos de la construcción.

“La gran pregunta es: ¿qué va a pasar con al menos nueve mil pilas dentro del acuífero en suelo kárstico?” imploró Guillermo DChristy, espeleólogo y consultor de calidad del agua en Playa del Carmen.

“Tenemos derecho a saber qué va a pasar.”

En 2023, FONATUR alteró la ruta del tren para elevar 42 kilómetros de vías por encima de los frágiles ecosistemas subterráneos, pero aún no ha proporcionado manifestaciones de impacto ambiental que examinen los efectos de embutir pilotes de concreto y metal a través del acuífero poco profundo.

© Robin Canul / Greenpeace

Fragmentación de la Selva Maya

En Calakmul, Campeche, el tren fragmenta por la mitad un sitio considerado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Las comunidades permanecen en la oscuridad respecto a los posibles impactos sociales y ambientales de la construcción y el esperado auge del turismo.

La Reserva de la Biosfera de Calakmul, de 723,000 hectáreas, alberga un antiguo sitio arqueológico maya que habita más de 350 especies de aves y varias especies en peligro crítico, como jaguares, tapires y pecaríes de labios blancos. Pronto, también será el hogar de un hotel y casino de 150 habitaciones.

Se proyecta que las tasas de visitas en Calakmul se dispararán de 40.000 a alrededor de tres millones de turistas por año, pero todavía no hay información detallada disponible sobre cómo los pueblos locales —que apenas racionan los suministros de agua y tienen problemas en tratar las aguas residuales y la basura—van a recibir el desarrollo en la región. El ruido continuo y la contaminación provocada por la construcción también están afectando las rutas de la vida silvestre y amenazan con desplazar a una de las poblaciones de jaguares más importantes de Centroamérica.

La biosfera de Calakmul es una reserva que alberga una gran variedad de especies de flora y fauna que están en peligro latente de perder su hogar en la selva por la construcción del Tren Maya. En la foto se observa un mono aullador en la cima de un árbol.
© Robin Canul / Greenpeace

El Consejo Regional Indígena de Xpujil (CRIPX) y Salva la Selva le entregaron una carta a la SEMARNAT denunciando los impactos ambientales no estudiados del tren en 2020.

“Debido a lo poco que sabemos, el proyecto del Tren Maya y las obras relacionadas implican numerosos riesgos e impactos ambientales para todo el sureste mexicano, donde vivimos, un área de alta riqueza biológica e importancia para la conservación y protección de la Selva Maya, el acuífero y la biodiversidad,” advirtió la carta. Más de 268.000 personas firmaron la carta en apoyo.

“De las decisiones que tomemos hoy como humanidad depende la preservación de los ecosistemas como los conocemos ahora,” dijo Viridiana Lazaro, campañista de Greenpeace México. “La Selva Maya es uno de los pulmones más importantes que tenemos en México que nos permite enfrentar el cambio climático y la pérdida acelerada de biodiversidad, no podemos destruirlo con una falsa idea de desarrollo que afectará a todo un continente.” 

Activistas de Greenpeace México se manifiestan en la zona que deforestaron para la construcción del Tramo 5 del Tren Maya.
© Greenpeace

Firma la petición para proteger la selva maya 👇🏽