Inundaciones, huracanes, nevadas, sequías, incendios forestales y otros de los muchos desastres que ocurren cada vez con más frecuencia en todo el mundo no son del todo naturales, sino que mucho depende del calentamiento del planeta como consecuencia de la actividad humana. Las comunidades y los pueblos, sin embargo, son quienes más resienten las consecuencias devastadoras de estos desastres.

A propósito del Día Internacional de la reducción de los desastres, que Naciones Unidas conmemora cada 13 de octubre, te decimos qué están haciendo las comunidades para reducir los desastres y el impacto de ellos en la vida de todas las personas.

Por su cercanía con la naturaleza, sus saberes y costumbres ancestrales, las mujeres y los hombres que habitan en las comunidades, principalmente en zonas rurales e indígenas, generalmente se relacionan de forma más ética, responsable y sustentable con el medio ambiente. 

Paradójicamente, estas comunidades también son las que más resienten el impacto de los desastres derivados del calentamiento global y la actividad humana. De acuerdo con información recopilada por las Naciones Unidas, cerca de 200 millones de personas que viven en zonas costeras con riesgo de inundaciones están en peligro frente a las tempestades y el aumento del nivel de las aguas. 

Aftermath of Hurricane Stan in Mexico. © Greenpeace / Teresa Osorio
© Greenpeace / Teresa Osorio

“El cruel cálculo de los desastres muestra que cuanto más pobre es una comunidad, mayor es su vulnerabilidad frente a las catástrofes naturales y más difícil resulta su recuperación”, dijo la ONU, quien también ha advertido que las Américas y el Caribe son de las regiones más expuestas a los desastres, especialmente las mujeres y las niñas.

Frente a esto, algunas comunidades y pueblos en toda la región han implementado algunas acciones para reducir el riesgo que representan los desastres en sus vidas. 

En el informe Construyendo Resiliencia Climática en América Latina y el Caribe, se documentó la experiencia de Ecuador, donde la restauración comunitaria de tierras cultivables ha mejorado la seguridad alimentaria de las personas y, al mismo tiempo, ha reducido las presiones sobre los ecosistemas circundantes; y en el Corredor Seco, ubicado entre varios países de Centroamérica, las y los agricultores a pequeña escala aumentaron su productividad mediante el uso de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes y ecológicas, como retener la humedad del suelo y utilizar variedades de cultivos más adaptadas a las sequías.

Otro ejemplo es en El Salvador, donde la Estación (de radio) Verde ofrece un nuevo método de difusión de información meteorológica y climática a las comunidades a través de podcasts y radio; y en Bolivia, las poblaciones indígenas utilizan bioindicadores para predecir el clima. Al descargarlos en el “Sistema de Indicadores Naturales-Bioindicadores” (plataforma SINB) se reduce el tiempo de respuesta de emergencia en más de la mitad.

El Estudio Global sobre la situación de las Mujeres Indígenas, del Foro Internacional de Mujeres Indígenas, explica que las mujeres y niñas indígenas viven en algunos de los ecosistemas más frágiles del mundo y se están viendo afectadas, en mayor medida que el resto del mundo, por los efectos del cambio climático, ya que además de la violencia contra el medio ambiente que causan los grandes proyectos de desarrollo, las industrias extractivas y la agroindustria, así como la contaminación militar en sus territorios, están teniendo consecuencias alarmantes en la salud reproductiva y en su bienestar espiritual. 

Munduruku Mother and Children Portrait in the Amazon. © Rogério Assis / Greenpeace
© Rogério Assis / Greenpeace

Para hacer frente a estos acuciantes desafíos, dice el informe, ellas han estado creando alianzas entre ellas y con otras organizaciones y movimientos sociales. En todo el mundo hay muchos ejemplos positivos, especialmente de jóvenes indígenas, que están encabezando iniciativas innovadoras sobre, por ejemplo, la libre determinación, la lucha contra la violencia, el acceso a la justicia y los derechos sexuales y reproductivos, la justicia ambiental y el cambio climático, las respuestas de emergencia a la pandemia de COVID-19, formulando críticas y desafiando al colonialismo y al capitalismo, así como promoviendo y protegiendo los derechos individuales y colectivos.

¡Sumemos nuestro poder a los esfuerzos de las comunidades en las regiones urbanas de nuestros países!

Emergencia climática

Necesitamos acción climática urgente y contundente, tenemos que dejar el petróleo bajo tierra y transitar hacia una economía limpia, sustentable y equitativa. El gobierno tiene que respetar los acuerdos que el país ha adoptado tanto nacional como internacionalmente y que están plasmados en las leyes mexicanas.

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