Mi gran hermano Jan, ahora emprendes un gran viaje sin retorno y partes de este mundo, me destroza el corazón saber que ya no nos veremos en este plano terrenal. 

A partir de los open boats que tuvimos con Greenpeace tras el arribo del barco Esperanza a tierras mexicanas, iniciamos una gran amistad, desde ese momento para mí serías como mi hermano mayor y yo sé bien que también me verías como un hermanito más. 

Recuerdo cada momento en el que convivimos, tus charlas hacia lxs visitantes que se asombraban de todos tus conocimientos y del trabajo que hacías con las semillas, yo no dejaba de asombrarme cuando nos compartías tu gran labor con grupos de mujeres en condiciones de vulnerabilidad. Siempre te tengo muy presente en mi corazón, te recuerdo caminando en la orilla de la playa, sonriendo y compartiendo utopías con las que much@s resonamos y con las que tocaste muchos corazones, ahora se me vienen muchos sentimientos y aparece un gran nudo en la garganta mientras escribo. 

Nuestra madre tierra, ahora te ha hecho un llamado muy fuerte, te envuelve como las hojas que cubren al maíz para protegerlo de las adversidades y te cobija. Me duele mucho saber que no volveremos a coincidir en este mundo, mi corazón ha recibido un duro golpe tras tu partida. 

Jan, voluntario de Greenpeace

Quiero que sepas que te llevas una parte de nosotr@s y agradecemos el haberte conocido, pero viaja tranquilo, ahora te toca trascender, aquí nosotr@s seguiremos luchando por nuestra madre tierra y atendiendo el llamado que se nos hace, aquel con el que pudimos encontrarnos en nuestros caminos. 

Honro tu memoria y es por ello que me reconforta saber que algún día nos volveremos a encontrar. Ya no se me hizo poder llevarte físicamente a la Sierra Mazateca de Oaxaca, pero, ahora sé que me estarás acompañando de otra manera, por ello, cuando llegue la fiesta máxima de nosotr@s los mazatecos que es la celebración del S’uí K’ien (días de muertos) y me toque recordar a mis seres queridos, habrá un espacio para ti en la ofrenda, ahí te cantaremos en nuestra lengua, te prenderé incienso, te honraré al ritmo del violín, la vihuela y el tambor y de alguna manera, volveremos a abrazar nuestros corazones. 

Hasta siempre mi gran guerrero del arcoiris,

Hasta siempre mi gran hermano mayor.