Este 9 de marzo, habrá un histórico paro nacional de mujeres cuyo objetivo es evidenciar que el trabajo cotidiano que todos los días realizan (de forma gratuita o remunerada) sostiene al país. 

Miles de mujeres no asistirán a sus trabajos, escuelas o actividades voluntarias, pero ¿qué pasaría si las mujeres pararan en el campo? 

En México, el 15 por ciento del total de productores a nivel nacional son mujeres; cerca de 800 mil mujeres realizan actividades relacionadas con el campo y la pesca; y ellas representan 43 por ciento de la mano de obra agrícola, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo (Sadel).

Mujeres en el campo © Richard Atrero de Guzman / Greenpeace
Mujeres en el campo © Richard Atrero de Guzman / Greenpeace

Las mujeres en el campo son claves para la seguridad alimentaria. Ellas son responsables de más del 50 por ciento de la producción de alimentos en México, y el 60 y el 80 por ciento de los alimentos de los países en desarrollo y la mitad de los de todo el mundo.

Según estimaciones del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura en México, si las agricultoras tuvieran los mismos derechos, oportunidades y condiciones laborales que los hombres, podría reducirse en 100 y 150 millones el número de personas que sufren hambre en el mundo. 

Sin embargo, la mayoría de las mujeres rurales enfrentan dificultades para acceder a la tierra, a créditos, a materiales agrícolas y a cadenas productivas de alto valor.  Además no cuentan con la titularidad de los derechos agrarios y que les permite tener acceso a los programas y apoyos gubernamentales.

Datos de la Procuraduría Agraria indican que aunque las mujeres representan más de la mitad de la población en el campo (50.4%), pero ellas sólo tienen la cuarta parte de los derechos sobre la propiedad social (ejidos y tierra comunal).

Sólo 26% de quienes tenían algún título de propiedad sobre ejidos o tierras comunales (que son de propiedad social) son mujeres, y la gran mayoría como avecindadas (con derecho sobre la tierra por habitarla o trabajarla cierto tiempo), que es la forma de posesión más limitada. 

A esto se suma que ellas acceden a las parcelas a edades muy avanzadas, pues 63% de las ejidatarias supera los 50 años de edad. Aunque varias mujeres usan las parcelas, en muchos casos no son reconocidas legalmente como dueñas. La Procuraduría Agraria informó en julio de 2019, que 30 por ciento de quienes trabajan los núcleos agrarios son mujeres pero no tienen el derecho de propiedad.

Campo de maíz © Emile Loreaux / Greenpeace
Campo de maíz © Emile Loreaux / Greenpeace

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Mundial (BM) a nivel global las mujeres rurales tienen menos acceso a tierra que los hombres, además un limitado acceso a los insumos, las semillas, el crédito y los servicios de extensión y representan un porcentaje menor al 20 por ciento con respecto a la propiedad de la tierra.

Este rezago que viven las mujeres rurales, también afecta a las personas que dependen de ellas: sus familias, sus comunidades y las sociedades.

Si estas desigualdades continúan, y las mujeres en el campo decidieran parar definitivamente, el planeta tendría un serio problema de hambre, principalmente entre las personas más pobres.

¿Las corporaciones podrán cubrirlo?

No. De acuerdo con el informe “Atlas de la agroindustria”, los sistemas alimentarios, influidos por las transnacionales han fracasado en garantizarles a todos los seres humanos una alimentación segura. Esto tampoco en el futuro les será posible a las empresas. 

Aunque muchas transnacionales que producen alimentos afirman que combaten el hambre por producir mayor cantidad de alimentos, aún existen casi 800 millones de personas desnutridas en el mundo. Dada la distribución desigual de los alimentos, las pequeñas y pequeños agricultores y quienes son empleados en el ramo de la agricultura constituyen hoy más de la mitad de quienes sufren hambre en el mundo. 
La clave está en reconocer y mejorar las condiciones de vida de las mujeres en el campo. Según el reporte, ¿Quién nos alimentará? 70% del mundo obtiene comida de la red campesina alimentaria, integrada principalmente por mujeres, que trabaja con solamente 25% de los recursos naturales.

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