Lo que desató los incendios en la selva amazónica en agosto pasado no fue un accidente, sino la deforestación sostenida de los bosques en Brasil para la industria de la carne y el cultivo de soya.

En términos técnicos, lo que provocó los incendios fue la tala de árboles, ya que eso altera los ciclos hídricos naturales, es decir, llueve menos y el suelo es más seco. Además, las ramas y hojas secas que quedan en el suelo funcionan como combustible, lo que hace que las llamas se reproduzcan más rápido de lo normal.

Foto: Victor Moriyama / Greenpeace)

Corporativos como KFC, Mc Donald’s y Burger King requieren de grandes hectáreas de suelo deforestado para la crianza de los animales que después procesarán; además, algunas maderas que se talan son de alto valor en los mercados europeos; y otras corporaciones usan la selva para las agroindustrias y el cultivo de soya. ¡Actúa por el Amazonas! 

Por ello, en términos políticos, esta catástrofe ambiental es el resultado de la continuidad de un modelo económico basado en la explotación de los bienes naturales y la creciente flexibilización de las normas medioambientales en la región y, específicamente, en Brasil, para atraer más industrias.

De continuar con ese enfoque, no sólo la selva amazónica estaría en riesgo sino otros bosques y, en realidad, el futuro entero del planeta.   

Lo que está en riesgo:

Los primeros en perder fueron las reservas ambientales e indígenas en la región. De acuerdo con la agencia EFE, las reservas, tanto ambientales como indígenas y de recolectores artesanales, han sido las víctimas del 44 % de los incendios forestales registrados este año en Amazonas.

De los 8 mil 915 incendios forestales contabilizados entre el 1 de enero y el 7 de septiembre en el estado de Amazonas, 3 mil 923 fueron registrados en unidades de conservación ambiental, reservas indígenas o áreas de asentamiento para recolectores, según los datos del Instituto de Protección Ambiental de Amazonas (Ipaam).

En estas áreas se reproduce la cultura y la economía de las comunidades.En total, 80% de los pueblos del Sur global cuida los bosques para obtener de ellos madera, combustible, alimentos, medicinas, vestido y herramientas; estas redes campesinas alimentan a 70% de la población mundial, según el informe ¿Quién nos alimentará? de la Fundación Heinrich Boll Stiftung.

Con estos incendios, las mujeres son las que más pierden. Según ese informe, las mujeres en comunidades forestales obtienen la mitad de sus ingresos de los bosques, mientras que los hombres obtienen sólo una tercera parte; y el ingreso proveniente de las actividades forestales es una quinta parte del total de los ingresos de las familias que viven dentro o cerca de los bosques.

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Pero en realidad todo el mundo pierde. De acuerdo con las Naciones Unidas, la cuenca del Amazonas es la selva tropical más grande del mundo y alberga millones de plantas y animales. 

Por eso, la Amazonía es crucial para ayudar a regular el calentamiento global ya que los bosques absorben millones de toneladas de emisiones de carbono cada año.

La selva amazónica en Brasil aporta el 20% de oxígeno que respiramos todos los días. Los incendios en el Amazonas liberan toneladas de CO2 al ambiente, un gas de efecto invernadero que acelera el cambio climático.

Según la ONU, además de la amenaza directa de la quema, incluso para muchas comunidades indígenas, los incendios forestales liberan a la atmósfera contaminantes nocivos con partículas y gases tóxicos como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos no metanos.

El Sistema de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico (CAMS) de la Unión Europea informó que los incendios liberaron 255  millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera del 1 al 25 de agosto, así como grandes cantidades de monóxido de carbono.            

Estas partículas y los gases de la quema pueden transportarse a largas distancias, afectando la calidad del aire en regiones lejanas; de hecho, los vientos arrojaron humo a São Paulo, a más de 2500 km de distancia, lo que produce enfermedades respiratorias a la población y acelera el calentamiento global.