En México existen instalaciones donde se reciben, acumulan, acondicionan y almacenan temporalmente los residuos reciclables o aprovechables. Se llaman Centros de Acopio o de Reciclaje. 

En 2016, en todo nuestro país había sólo mil 60 de estas instalaciones, las cuales captaron apenas 0.03% de los desechos con valor comercial, según el reporte Reciclar, la falacia de la industria en la lucha contra la contaminación plástica. 

También existen centros de acopios informales que no son contabilizados, pero su falta de regulación genera más daños medioambientales que soluciones: usan vialidades como áreas de almacenamiento, generan fauna nociva, pueden causar incendios, y hasta propiciar inundaciones.

Camión de basura © Dhemas Reviyanto / Greenpeace

Camión de basura

Y antes de llegar ahí, los residuos que pueden ser reaprovechados son recolectados por personas conocidas como pepenadoras, quienes de manera informal y riesgosa para su salud participan en la separación de materiales para comercializarlos en las plantas de separación, rellenos sanitarios, estaciones de transferencia, plantas de CDR y, por supuesto, a los más de mil tiraderos a cielo abierto que hay en México.

En general, en nuestro país no contamos ni con la infraestructura, ni con la legislación, ni con ninguna condición que garantice que se recicle el 100% de los productos plásticos que se producen. De hecho, en total sólo se recicla 6.1% de todo el plástico que se produce.

Mientras tanto, cada minuto cae al mar lo equivalente a una tonelada de plástico. Esto provoca la muerte anual de al menos 100 mil mamíferos marinos. ¡Firma por un México libre de contaminación por plásticos!

Tortuga marina en toma acuática © Troy Mayne / Oceanic Imagery Publications

Tortuga marina afectada por el plástico

¿Necesitamos más centros de acopio?

La solución más rápida es la reducción de la producción de desechos. Si actualmente más del 90% de los plásticos producidos no ha sido reciclado, no podemos esperar que esta práctica sea la cura para la epidemia. 

El reciclaje tiene como principal objetivo el cuidado del medioambiente y al mismo tiempo es una parte importante de la economía circular, pero no es la mejor solución para el reto que representa en los ecosistemas la epidemia plástica.

Cierto, el gobierno tendría que resolver varios pendientes en materia de separación de residuos, de aprobación de leyes locales para la prevención y gestión, y del bienestar de quienes pepenan y de quienes habitan cerca de los rellenos sanitarios, pero el Congreso federal tiene en sus manos un pendiente que sería la respuesta más rápida para frenar la contaminación plástica.

Auditoría plástica hecha por voluntarios © Chanklang Kanthong / Greenpeace

Auditoría plástica hecha por voluntarios

El Congreso aún debe reformar la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), para que prohíba los plásticos de un solo uso y haga responsable a las marcas de sus envases, empaques y embalajes.

Esto es una forma de obligar a las marcas a hacerse cargo de la contaminación que producen, pero no a través de los centros de acopio que hasta ahora han resultado insuficientes e ineficaces, sino a través de elaborar y ofrecer sus productos en un formato libre de procesos y embalajes plásticos. 

¡Firma ahora!

¡Libérate del plástico!

¡Exijamos leyes que prohiban los plásticos de un solo uso! Las corporaciones evaden su responsabilidad porque no existe un marco que las regule. Desplastifiquemos México.

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