Aunque muchas ciudades de México y del mundo siguen creciendo, el espacio que tienen disponible no lo hace, permanece igual, por lo que necesitan cada vez soluciones más inteligentes para usarlo. El mejor ejemplo de esto son las calles.

El ancho de las calles fue originalmente definido con el trazado de la ciudad y la construcción de sus primeros edificios. Aunque con el tiempo pueden sufrir algunas modificaciones secundarias, sus dimensiones permanecen fundamentalmente idénticas.

Pensemos, por ejemplo, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. A pesar de ser  la avenida por excelencia de la capital y albergar cada día más rascacielos, su anchura es prácticamente la misma desde su creación en el siglo XIX.

Actualmente, el Paseo de la Reforma lo comparten automóviles privados, autobuses del Metrobús, bicicletas, peatones y más recientemente usuarios de patines eléctricos. Sin embargo, esto no siempre fue así. Durante la mayor parte del siglo pasado esta avenida no estaba adaptada para ciclistas, y por lo tanto los excluía. Esto no cambió sino hasta 2010, con la construcción de una ciclopista en los carriles laterales.

Aunque pudiera parecer mínimo, este cambio en la calle fue producto de una larga y extenuante lucha política de activistas por el medio ambiente, especialistas y funcionarios públicos. Un caso similar ocurrió con la introducción de la primera línea de Metrobús en la Avenida de los Insurgentes, también en la Ciudad de México.

Los automovilistas se quejaron amargamente de que les habían quitado carriles de la avenida, y que eso provocaba más tráfico y contaminación del aire. Aún si esto fuera cierto, sería una verdad parcial. Lo que pasó es que la Línea 1 del Metrobús se convirtió en la más usada del país y un ejemplo de éxito a nivel internacional, transportando a un promedio de 400 mil usuarios diarios, más que ocho de las líneas del Metro.

La calle es nuestra. Sí, es tuya, mía y de cualquier persona que transite por ella. Más que una frase de propiedad, decir que la calle es nuestra significa que todas y todos tenemos el mismo derecho a transitarla y por ello debemos compartirla, lo cual no sucede en la mayor parte de las ciudades mexicanas. Cuántas veces nos ha pasado que como peatones encontramos calles sin banquetas o las que hay, están en muy mal estado que nos obligan a bajar al arroyo vehicular -arriesgando nuestra vida- porque no hay suficiente espacio para que circulen los autos y además la gente camine. Qué hay de las personas en sillas de ruedas que no encuentran rampas ni paradas para abordar el transporte público, lo mismo que las madres con carriolas. Qué hay de los ciclistas y el transporte público que carecen de carriles para transitar mientras que los automóviles que tienen la mayor parte del espacio público, tampoco lo encuentran en las mejores condiciones. Desde hace ya unos años existe la tendencia global de implantar modelos de calles completas en las ciudades, que va más allá del enfoque tradicional de privilegiar a los automóviles, sino que todos los medios de transporte incluido el público y el privado así como la bicicleta y la movilidad activa (caminar) tienen la misma importancia para que sean las personas las que decidan cómo quieren transportarse. Además de ello, las calles completas se conciben como un espacio donde la gente vive más que solo desplazarse. Con honestidad, cuánto tiempo del día pasamos fuera de casa. Mucho, ¿Cierto? Al menos 10 horas en promedio, 8 de la jornada laboral y dos de traslado, en el que en algunos casos hacemos compras o quedamos con un amigo o amiga, pues la calle completa también busca que las personas tengan acceso a parques, plazas, tiendas, terrazas, sin importar su forma de transporte. Si bien, cada calle tiene necesidades distintas hay características que todas deben considerar, por ejemplo que las aceras sean amplias, que se puedan cruzar con seguridad, pasos de cebra eficaces, aligerar el tráfico sin que eso signifique hacer que los autos circulen a grandes velocidades sino todo lo contrario. Aunque suene difícil de creer, el concepto de calle completa ya se ha aplicado en varias ciudades mexicanos y queremos que se replique en más, por ello, la idea de mejorar el transporte público es un primer paso. Ayúdanos a conseguirlo.

Aprendiendo de las lecciones pasadas y tratando de evitar errores hacia el futuro, los especialista han llamado a trabajar considerando el “derecho a la movilidad”, que es: “el derecho de toda persona y de la colectividad a disponer de un sistema integral de movilidad de calidad y aceptable, suficiente y accesible que, en condiciones de igualdad y sostenibilidad, permita el efectivo desplazamiento de todas las personas en un territorio para la satisfacción de sus necesidades y pleno desarrollo”.

Uno de las herramientas clave para garantizar el derecho a la movilidad en las ciudades es la habilitación de “calles completas”, que son “vías diseñadas para que las personas de todas las edades y habilidades puedan convivir y transitar de una forma segura, accesible y eficiente”, y se logran mediante la redistribución del espacio vial y la correcta operación de la vía.

Varios ejemplos de calle completa ya se exhiben en la Ciudad de México. Organizaciones especializadas en movilidad urbana como Céntrico e ITDP han destacado el caso del Eje 3 Oriente, donde se implementó la Línea 5 del Metrobús, se incluyó una ciclovía de 10 kilómetros, se construyeron banquetas con espacios peatonales amplios, y se mejoró la vegetación y el mobiliario urbano (bancas, lámparas, botes de basura, etc.).

Las calles completas, como una intervención drástica y estratégica de la calle, pueden incluir la reconfiguración de los semáforos de tránsito, el cambio de sentido en calles, la promoción de áreas de comercio en plantas bajas de los edificios, la adaptación de cruceros viales para hacerlos más seguros o la inclusión de infraestructura para personas con discapacidad, por mencionar sólo algunos elementos.

Eso sí, todas las intervenciones de calle completa deben de tener en cuenta, además del derecho a la movilidad, la jerarquía que ocupan los usuarios en la vía pública, que ha sido representada a través de la pirámide de la movilidad:

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Urban Revolution Viaduct Protest in Mexico. © Argelia Zacatzi
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