La ganadería es altamente nociva para el planeta. Si bien las granjas porcícolas son apenas una parte de la industria ganadera, en realidad son una fuente importante de contaminación, lo que las convierte en un eje clave para frenar el cambio climático. Te explicamos por qué. 

Las granjas porcícolas industriales son criaderos de miles de animales, cuya finalidad es producir carne para el consumo humano. La instalación de estas granjas ejerce una fuerte presión sobre los ecosistemas de México, especialmente en la península de Yucatán, donde se encuentran 14.2% de las granjas porcícolas identificadas en el país. 

Ojo. En este caso solo estamos hablando de la producción de ganado porcino, no así de toda la cadena de contaminación que produce la industria ganadera en general, que incluye ganado bovino y otros. 

De acuerdo con el reporte “La carne que está consumiendo al Planeta”, de Greenpeace México, estos son los principales daños que generan las granjas porcinas a nuestro planeta: 

  • Contaminación del aire

Los sistemas de producción pecuaria son la causa del 15% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el país; los ganados bovino y porcino son las principales fuentes de los mismos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático. A nivel mundial, se estima que la producción de cerdos produce alrededor de 668 millones de toneladas de CO2-eq, que representan el 9% de las emisiones del sector pecuario, de acuerdo con un reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

En las cadenas de suministro porcino, las emisiones provienen principalmente de la producción de alimento, y después, del manejo de estiércol, ya que los cerdos no absorben la totalidad de los nutrientes que consumen y sus desechos son altamente contaminantes en grandes proporciones.

En el caso del aire, la degradación de los excrementos produce emisiones de amoniaco (NH3), sulfuros de hidrógeno y gases de efecto invernadero (GEI) como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O). Esto además de contribuir con el cambio climático, daña la salud humana y de los animales, que desarrollan trastornos respiratorios y digestivos.

Además, la fabricación de fertilizantes, el uso de maquinaria agrícola y el procesado y transporte de los cultivos para la alimentación animal y el consumo energético en las propias granjas debido a la ventilación, iluminación, climatización, generan emisiones de GEI. El procesado, envasado, empaquetado y transporte de los productos animales también consume energía y genera emisiones, de acuerdo con la FAO.

  • Contaminación del agua

Del total de nitrógeno suministrado a los cerdos en forma de proteína de la dieta, únicamente entre 20 y 40% es retenido por el animal, el excedente (más de 60%) es expulsado a través de las heces o la orina en una sustancia denominada purín, con potencial para contaminar las aguas. 

La presencia de nitratos (NO3) en los sistemas públicos de abastecimiento de agua representa un riesgo sanitario, ya que pueden producir nitrosaminas, sustancias que aumentan el riesgo de cáncer de estómago y afecciones respiratorias, así como metahemoglobinemia (o síndrome de los niños azules). 

  • Deforestación

El desarrollo de la explotación ganadera es un factor fundamental en la deforestación, especialmente en América Latina. En México, más de un tercio de la superficie del país (38.3%) se utiliza en la producción de alimento destinado a los animales de esta industria, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Esta industria también devasta las selvas. De las actividades porcinas en la península de Yucatán, 45% ocurre sobre la selva seca. Aunque la información es deficiente, se estima que en esta península, 10 mil 997.01 hectáreas de selva han sido potencialmente deforestadas, se dice “potencialmente” 

  • Pérdida de la biodiversidad

El sector pecuario quizá sea el principal responsable de la pérdida de biodiversidad en el mundo, ya que la actividad ganadera tiene un papel determinante en la propagación de especies exóticas invasoras.

Un análisis de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la prestigiosa Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) muestra que la mayoría de las especies amenazadas en el mundo sufren la pérdida de sus hábitats debido a la actividad ganadera. La ganadería es la actividad humana que ocupa la mayor superficie de terreno. 

La industria porcícola en la Península de Yucatán además está poniendo en riesgo Áreas Naturales Protegidas (ANP), las cuales son porciones de territorio terrestre o acuático consagradas a la conservación de la biodiversidad para asegurar el equilibrio y la continuidad de los procesos ecológicos, en total en el estudio La carne que está consumiendo al planeta, se detectaron 43 granjas porcícolas en ANPs de tipo federal, estatal y municipal.

  • Violación a los derechos indígenas 

Las granjas porcícolas en la península de Yucatán son motivo de preocupación y temor para las comunidades locales debido a la contaminación del agua, la afectación al ecoturismo de los cenotes, la deforestación y las violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas, como a la libre determinación, que es el derecho de un pueblo a decidir libremente su condición política, sus propias formas de gobierno, desarrollo económico, social y cultural, y a la consulta previa, libre e informada.

En la mayoría de los casos, los permisos para la construcción de las granjas porcícolas no se consultan con la comunidad, lo que viola sus derechos indígenas. Por esto, apicultores, portavoces del Consejo Maya, y otras personas dentro de las comunidades afectadas han sido desplazadas y obligadas a abandonar sus hogares. 

Pese a eso, México ha permitido, a través de la concesión de permisos, el crecimiento desenfrenado de la cría de cerdos industrial, lo que está contaminando el aire, el suelo, el agua. Di alto a las granjas industriales porcinas y exige a las autoridades federales que no concedan más permisos para la construcción o ampliación de granjas porcícolas. 

No olvidemos que también urge que las autoridades se aseguren de que las granjas porcícolas ya existentes cumplan con la legislación mexicana, y de no ser así, se dé la cancelación  de los permisos o la clausura definitiva de las instalaciones.

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