50 años de historia

Greenpeace nace en 1971, cuando un pequeño grupo de personas defensoras del medio ambiente zarpó desde Vancouver, Canadá, en un viejo barco pesquero hacia Amchitka, una pequeña isla volcánica frente al oeste de Alaska, para protestar contra las pruebas nucleares del ejército estadounidense. Originalmente, el barco se llamó Phyllis Cormack, pero luego lo rebautizaron Greenpeace, ya que unía dos grandes temas, la supervivencia de nuestro medio ambiente y la paz del mundo.

Desde sus protestas en el mar, frenando la caza de ballenas, poniendo fin a pruebas nucleares y al vertido de residuos tóxicos alrededor del mundo, protegiendo el Ártico de la actividad petrolera y luchando contra la deforestación y los incendios forestales, Greenpeace cumple 50 años trabajando en la protección del ambiente y en detener el avance de múltiples amenazas hacia la naturaleza, atribuidas a la actividad del hombre. 

Jenifer Morgan, directora de Greenpeace Internacional, afirmó que “Hoy, nuestra lucha por la protección del ambiente continúa, la pérdida de biodiversidad se acelera, la crisis climática se profundiza, ahora más que nunca necesitamos una acción colectiva real mientras estamos en esta encrucijada.”

Por su parte, Silvia Gómez, directora de Greenpeace Colombia, sostuvo que “Un día como hoy, hace 50 años, nació esta organización sin fines de lucro, dando inicio a un primer grupo de activistas ambientalistas. Hoy en el mundo nos enfrentamos a cifras alarmantes respecto a los asesinatos de líderes sociales y ambientales en los últimos años. Lo que confirma una vez más la urgente necesidad de que Colombia ratifique el Acuerdo de Escazú, el primer tratado sobre ambiente y derechos humanos que busca proteger a las personas defensoras del ambiente y prevenir los conflictos ambientales.” 

Durante 50 años, la organización ha realizado incontables campañas junto a aliados, destacando entre ellas el fin a las pruebas nucleares y vertido de residuos tóxicos en el mar, la protección de la Antártida estableciendo una base en ese continente, la denuncia e intervención a la industria ballenera, la investigación a grandes empresas contaminantes y la compañía a nivel global, de distintas comunidades, pueblos indígenas, sindicatos y aliados de todo el mundo en la lucha por garantizar un futuro justo, ecológico y pacífico. 

El punto de partida de Greenpeace en Colombia fue en septiembre de 2009. Ese mismo año, con motivo de la COP15 que se celebró en la ciudad de Copenhague, Dinamarca, la organización trabajó en una campaña sobre la crisis climática. Por otro lado, lideró junto a organizaciones aliadas y diversas comunidades, a los páramos colombianos como símbolo de la lucha para frenar la crisis del clima. En el 2016 la Corporación Autónoma Regional de Boyacá, Corpoboyacá, máxima autoridad ambiental del departamento, inhabilitó una de las minas de carbón de la multinacional minera Hunza Coal. En el 2019, un fallo del Consejo de Estado, máximo tribunal de lo contencioso administrativo, prohibió la actividad minera en el Páramo de Pisba.

Asimismo, en los últimos años Greenpeace Colombia, también trabajó activamente por la  prohibición del asbesto, logrando junto a diversos aliados que en 2019 la Cámara de Representantes aprobara por unanimidad el proyecto de ley Ana Cecilia Niño que prohíbe producir, usar, comercializar y exportar asbesto en Colombia.  Además, a partir del 2018 se puso a la cabeza campañas contra la contaminación de plásticos de un solo uso y sobre la Emergencia Climática, buscando un cambio de paradigma social para contar con ciudades más resilientes y sustentables que contemplen más áreas verdes, un sistema alimentario más justo, local y limpio y una movilidad limpia. Según Greenpeace, en la actualidad los gobiernos del mundo hoy más que nunca deben escuchar a la ciencia y acelerar medidas contra la crisis climática. “En el caso de Colombia el aumento de la meta del Gobierno de reducir a 51% las emisiones para el 2030 sólo será posible si es acompañado con medidas concretas de corto plazo, que involucren a todos los sectores y actores de nuestra sociedad. Para que esto sea posible, desde el ámbito político debe renunciar a planes como el desarrollo de fracking en Colombia, y al avance de la deforestación. Además, desde el rol que ocupan las ciudades en la emisión de gases de efecto invernadero, Bogotá debe ser fiel al cumplimiento de las estrategias planteadas en la Declaratoria de Emergencia Climática” concluyó Gómez.