Probablemente ya te hayas reunido con recicladores de oficio de la ciudad. Solo en Bogotá hay más de 20.000.

Son madres, padres, hijos, hijas, que viven de recolectar, separar y dar a los reciclables su destino correcto. Recorren diariamente Bogotá en busca de material reciclable y meten las manos en la basura para rescatarlo. Lo que es basura para muchos se convierte en su ingreso y dignidad. Con su trabajo con los residuos han cuidado de sus propias familias y de la ciudad en la que todos vivimos desde hace décadas.

El destino incorrecto de los residuos es responsable del 18% de las emisiones de gases causantes del cambio climático de Bogotá, es la segunda mayor fuente solo después del transporte. Con su trabajo, los recicladores de oficio evitan que los materiales reciclables se arrojen a los vertederos o incluso obstruyan los desagües, ahorrando toneladas de dinero, evitando desastres climáticos como inundaciones y reduciendo las emisiones de gases contaminantes de la atmósfera para la ciudad.

Aunque deberían ser tratados como héroes y heroínas, estas personas siguen siendo menospreciadas y excluidas. Muchos de ellos trabajan en condiciones precarias y de mucho riesgo y tienen que competir con grandes empresas que plantean soluciones falsas al problema de los residuos..

Para que Bogotá sea una ciudad limpia e incluyente, necesitamos que los recicladores tengan mejores garantías para hacer su trabajo. Sus cooperativas necesitan ser vistas, fortalecidas y priorizadas en las políticas de residuos. Nos están enseñando a vivir con más conciencia y solidaridad.

2023 es un año clave para lograr mejores políticas de residuos con inclusión social. Podemos presionar para que la nueva alcaldía se comprometa con los recicladores y reduzca las emisiones. Así Bogotá puede ser la ciudad limpia que soñamos y un ejemplo en América Latina como ciudad sostenible, verde e incluyente.