La contaminación por plásticos está en todas partes: perjudica la salud de las personas, acelera la injusticia social, destruyela biodiversidad y alimenta la crisis climática en cada etapa del ciclo de vida del plástico.

Los plásticos y los microplásticos se han apoderado del planeta. Su creciente producción y uso amenazan con contaminar todos los rincones del mundo, especialmente los mares, destino final de muchos de ellos, donde dañan gravemente la salud de los ecosistemas acuáticos y la supervivencia de las especies que los habitan.

© Noel Guevara / Greenpeace

Podemos encontrarlos en la playa, en las rocas, flotando en el agua e incluso en las zonas más profundas. Desde el Ártico hasta el Antártico, en zonas pobladas y en islas deshabitadas.

Cada año, los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura. Su fácil dispersión y su lento proceso de degradación hacen del plástico el enemigo número uno de los mares y océanos.

Los objetos de plástico llegan al medio marino y tardan entre décadas y cientos de años en degradarse. El tiempo de degradación depende del tipo de plástico y de las condiciones ambientales a las que se expone (luz solar, oxígeno, agentes mecánicos). En el caso de los océanos, la radiación UV procedente de la luz solar es el principal agente que degrada el plástico. La acción del oleaje acelera este proceso y como resultado los fragmentos más grandes se van rompiendo en trozos más pequeños, generando microplásticos.

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El ciclo de vida completo del plástico perjudica los medios de subsistencia y el clima. El hecho es que el 99% del plástico se fabrica a partir de combustibles fósiles -petróleo y gas- y las grandes petroleras, en alianza con las grandes marcas, siguen fabricando más, promoviendo falsas soluciones y un modelo de un solo uso desechable en el que los beneficios empresariales se anteponen a la salud de nuestras comunidades.

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Necesitamos un movimiento mundial imparable para lograr un ambicioso Tratado Mundial sobre los Plásticos que cierre el grifo de los plásticos y, por fin, ponga fin a la era del plástico, por nuestra salud, nuestras comunidades, el clima y el planeta.

Greenpeace, junto con nuestros aliados y simpatizantes, exigimos un Tratado que mantenga el petróleo y el gas bajo tierra y que impida que las grandes marcas y las grandes petroleras produzcan cada vez más plástico. Un tratado que no detenga la producción y el uso desenfrenados de plástico es un fracaso.