El 11 de Junio se aprobó por unanimidad el proyecto de ley que prohíbe la producción, comercialización y distribución el asbesto en Colombia a partir de enero de 2021.  Los voluntarios de Greenpeace, llevaron adelante la campaña activa en conjunto al movimiento Colombia sin asbesto desde 2017 y celebramos con alegría la noticia. En esta nota, Ricardo nos cuenta como fue su experiencia participando como voluntario en este gran triunfo:

 

Ana Cecilia Niño murió a causa de la exposición a esta fibra cancerígena; el asbesto, como ella, muchos otros colombianos lo han hecho, sus familias hoy los lloran y los echan de menos, sin embargo, ante esta gran tristeza ni una lágrima, al contrario; lucha, entrega, fuerza.

De la mano de la fundación Ana Cecilia Niño, combatiendo hombro a hombro, poniéndonos del lado de las víctimas, esas víctimas invisibilizadas e incluso burladas año tras año por el Congreso de la República de Colombia al menos siete veces, logramos en un esfuerzo conjunto la prohibición de una fibra asesina que ya no matará más colombianos.

En Greenpeace Colombia la campaña se vivió con gran intensidad. En principio muchos desconocíamos la existencia misma del asbesto y por tanto la problemática asociada a él, vencer ese desconocimiento y visibilizar esa situación fue parte de nuestro trabajo inicial; puntos verdes, charlas, talleres de socialización y otros, nos permitieron llevar a los colombianos a preocuparse por una problemática invisible, soportada en un ánimo de lucro, egoísta y por si fuera poco corruptor, y claro en la necesidad de combatirla.

Desde el voluntariado vinieron varias de las ideas que terminaron en demostraciones y acciones públicas, en esta campaña se llevaron a cabo las actividades más complejas realizadas por Greenpeace Colombia. Desde junio de 2017 nuestros compañeros iniciaron esta hermosa batalla; lideraron y ejecutaron una puesta en escena digna de un Oscar o una palma de oro; acostados y muy enfermos por el asbesto en camillas de hospital en un bulevar peatonal del centro de Bogotá, levantaron la voz en contra de esta fibra y sus efectos, denunciaron al asesino.

Luego dijeron a los colombianos que Eternit construía casas cáncer en otra espectacular puesta en escena.

No pasó mucho tiempo para que nuestros voluntarios se acercaran muy en la madrugada de un frio día al edificio del Congreso Nacional para proyectar con láser en su fachada el mensaje dirigido a los senadores: Salud o asbesto.

Siguió la visita de escaladores de Greenpeace Argentina; que grandes, subieron a los mástiles de la Plaza de Bolívar, y con un banner gigante les recordaron a los senadores su responsabilidad con el pueblo colombiano.

A partir de este punto, tuve la oportunidad y el honor de hacer parte de las siguientes actividades que nos condujeron a este gran triunfo; un par de horas parado en la ya tradicional Plaza de Bolívar vestido de senador decidiendo con mi voto entre salud y cáncer, mostrando a los senadores lo que deberían hacer.

Luego participé en el tras de escena, guardando la espalda a mis compañeros parados junto a un reloj que recordaba a los senadores el tiempo transcurrido permitiendo actuar a un asesino que ellos no se atrevían a detener.

Aumentamos la apuesta y les preguntamos a los senadores si tenían los pantalones bien puestos, se empezaron a sentir la presión; ¡muy bien!.

Se decidió entonces llevar a cabo la acción más grande hasta el momento en Colombia; especial motivación implicó para mí, pues esta idea surgió de un ejercicio conjunto con amigos de Chile y Argentina en un encuentro regional de voluntarios de 2017. Con la colaboración de los intrépidos escaladores de Argentina dejamos muy claro el mensaje, con un súper banner de más de 35 metros colgado de un puente de una importante avenida de la capital, les hicimos saber a los senadores que su cobardía la estábamos pagando todos los colombianos. Simplemente impresionante.

Luego de varias asistencias al congreso a apoyar cada audiencia, cada plenaria, cada votación; se cerró con broche de oro con un especial recibimiento por parte de los activistas de la ciudad de Buenos Aires a nuestro presidente Iván Duque en su visita a esta ciudad; con carteles bien en alto a su paso, le hicieron ver que el clamor del pueblo por detener a este asesino no tiene fronteras.

Finalmente llegó el día, las barras del congreso llenas a reventar, la fundación Ana Cecilia Niño, Greenpeace y otras tantas, las valerosas víctimas, la prensa, etc. En realidad, muchos no lo creíamos posible. La sesión inició con la solicitud de debatir el proyecto de primero en lugar de séptimo; se aprobó la moción, allí empezaba una nueva y extraña esperanza; ¿Y si la aprueban?, ¿y si lo conseguimos? Me empiezo a sentir como el perro que persigue un auto y al alcanzarlo no sabe qué hacer. La emoción aumenta, las barras alentamos en silencio, solo con nuestros carteles que hablan por nosotros, con las fotos de las víctimas que hablan por sí solas, llega el momento de la votación, aumentan los nervios; resulta apabullante; ningún representante se atreve a votar en contra; nos fundimos entonces en un gran abrazo, un abrazo de pulmón, de pulmón sano, de pulmón sin cáncer. Daniel Pineda, a quien el asbesto arrebato a su esposa Ana Cecilia, apenas contiene las lágrimas, lo mismo le ocurre a Silvia, la directora de nuestra organización y en cascada a los voluntarios presentes: Cami, Diego, Debbie, Sue y hasta a mí me cuesta mantenerme impávido, así que pronto me pregunto: ¿para qué ocultar la sensación de triunfo?, esto se siente bien ¡a disfrutar!; entre la incredulidad y la felicidad el sentimiento de victoria se apodera de nosotros, pasa toda la campaña por mi mente en fracción de segundos, conclusión: vale la pena luchar, vale la pena el esfuerzo. Increíble, vencimos al asesino, lo detuvimos, no matará más. ¡En tu memoria, Ana Cecilia!

 

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