Escrito por Nerea Ramirez Piris. Coordinadora de Ecofeminismo en Greenpeace España

Los sistemas de transporte suelen estar diseñados para los hombres, y dan servicio a los viajes que ellos quieren hacer. Esto es especialmente cierto en el caso de los hombres de mediana edad, blancos, cisgénero, sanos y ricos. Si tu no te ajustas a esta descripción, es posible que el transporte no satisfaga sus necesidades cotidianas.

Dejados atrás: Comunidades marginadas y transporte público

Numerosos estudios respaldan esta afirmación y muestran cómo las cuestiones de raza, sexo, ingresos y discapacidad desempeñan un papel fundamental en la capacidad de las personas para desplazarse.

En las zonas urbanas de EE.UU., por ejemplo, los trabajadores de color están sobrerrepresentados entre los usuarios del transporte público con “desplazamientos largos”, es decir, desplazamientos de 60 minutos o más.

En una encuesta realizada en Sao Paulo (Brasil), el 34% de los encuestados afirmó que “siempre” o “a veces” faltaba a citas médicas debido al coste del transporte, el 26% dejó de asistir a la escuela o la universidad y el 51% dejó de ir a actividades de ocio. La encuesta también detectó un perfil muy claro entre las personas que “siempre” o “a veces” faltan a sus citas médicas: mujeres negras y morenas, con bajos ingresos y estudios básicos.

Las dificultades de las mujeres para desplazarse al trabajo también están muy relacionadas con la seguridad. En las entrevistas de los grupos de discusión, mujeres de distintas zonas geográficas expresaron su preocupación y temor por las esperas en las paradas de autobús y las estaciones de tren, sobre todo por la noche. En Barcelona, más del 50% de las mujeres encuestadas en 2020 sufrieron algún tipo de acoso sexual en el transporte público, mientras que un estudio sobre las usuarias del metro de Los Ángeles mostró que sólo el 20% de las mujeres se sentían seguras por la noche.

Encuestas realizadas en Estados Unidos, Reino Unido e Israel sugieren que las comunidades LGBTQIA+ comparten temores similares sobre la seguridad en el transporte público. Sentirse inseguro no es solo un problema grave en ese momento; también puede acarrear problemas sociales, profesionales, económicos y de salud para los afectados y puede suponer que rechacen trabajar por turnos a determinadas horas del día o que eviten eventos sociales o laborales que requieran viajar por determinadas rutas.

La huella del sector transporte en la emergencia climática

Si bien la seguridad es un factor clave en términos de garantizar o restringir el acceso a la movilidad y las oportunidades, otros aspectos que a menudo se pasan por alto en la provisión de transporte, incluso dentro de las zonas urbanas, pueden tener un gran impacto en la vida cotidiana de las personas.

En Inglaterra, por ejemplo, los adultos con discapacidad realizaron en 2019 un 26% menos de viajes que los que no tenían discapacidad. Otro estudio de 29 países africanos descubrió que las personas con discapacidad “viven vidas menos integradas y más aisladas debido a la falta de reconocimiento en el marco de la política de transporte”.

Movilidad accesible, comunidades prósperas: invertir en transporte público merece la pena

Estos son sólo algunos ejemplos, pero hay muchos más. Los datos muestran que, en la mayoría de los casos, la forma en que nos desplazamos no es sólo una elección individual, sino que también viene determinada por factores estructurales. 

Las personas pueden verse limitadas por la inaccesibilidad del transporte, lo que repercute en sus ingresos familiares, su atención sanitaria o sus redes sociales. La investigación sugiere que las pautas de movilidad siguen sustentando los roles de género y otras desigualdades.

Un sistema de transporte asequible y accesible que satisfaga las necesidades de todos sería transformador, pues permitiría a las personas más libertad para acceder a oportunidades y servicios. 

Hacer que el transporte y la toma de decisiones en materia de transporte sean más inclusivos y accesibles nos beneficiaría a todos:

  • Una infraestructura pública asequible y accesible garantizaría que atendemos las necesidades de toda la población, especialmente las de los más vulnerables.
  • Mejoraría la seguridad, previniendo el racismo y la violencia contra las mujeres y la comunidad LGBTQIA+. 
  • Garantizaría que la toma de decisiones en materia de transporte tiene en cuenta las diferentes perspectivas de todos aquellos que necesitan y quieren utilizarlo.
  • El espacio público debe dar prioridad a las personas y no a los automóviles, proporcionando espacios donde las personas puedan reunirse, hablar, jugar y crear un sentimiento de comunidad.