Si creciste escuchando hablar del “agujero en la capa de ozono” o si miraste más de una vez que el aerosol que ibas a comprar diga en el dorso “Este producto no afecta la capa de ozono”, ésta información te va a emocionar. Y mucho.

Prepárate para escuchar una buena noticia 😀 La capa de ozono está en camino de recuperarse en los próximos 40 años y la eliminación progresiva a escala mundial de las sustancias químicas que agotan la capa de ozono ya contribuye a la mitigación del cambio climático. A esta conclusión llegó un grupo de expertos respaldado por las Naciones Unidas y queríamos compartirla contigo vos.

Breve historia de cómo dañamos (y reparamos) la capa de ozono 

Existen en nuestro mundo muchos factores que contribuyen a que la vida sea posible tal cual la conocemos. Uno de ellos es la presencia de una capa gaseosa que envuelve al planeta, eso a lo que llamamos atmósfera.

La atmósfera está formada por diferentes elementos (vapor de agua, argón, nitrógeno, oxígeno, etc). En particular, en esta oportunidad nos interesa hablar del ozono que está presente en la segunda de las 5 capas de la atmósfera -la estratósfera-.

La capa de ozono es una película de gas que funciona como un filtro que nos protege de los rayos dañinos del sol, los famosos ultravioletas (UV.) Y es también su función reguladora la que permite que la vida de la humanidad, los animales y plantas se desarrolle en este cuerpo celeste. 

Todo iba bien hasta que en los años 70 la comunidad científica detectó un agujero. Enseguida, los estudios demostraron que eran algunas de las actividades de nuestra sociedad moderna las responsables de este daño. 

Si la situación continuaba así, la incidencia de los rayos UV sería tal que causaría enfermedades derivadas de la exposición al sol, además de afectar gravemente a la superficie, los árboles y los mares.  

Fue entonces que se decidió convocar a autoridades de todos los países para elaborar un plan de acción. No sin idas y vueltas, ocurrió algo que pocas veces ocurre: las voluntades congeniaron y se llegó a un acuerdo mundial destinado a proteger la capa de ozono de la Tierra mediante la eliminación progresiva de las sustancias químicas que la agotan. Se lo llamó Protocolo de Montreal.

Años después cuando el Protocolo entró en vigencia, se fueron eliminando las sustancias químicas que “agujereaban” la capa -llamadas por su sigla SAO. En especial se buscó dejar de usar los clorofluorocarbonos (CFC) que venían en productos de uso cotidiano como, por ejemplo, equipos de refrigeración y aires acondicionados, matafuegos, solventes y limpiadores, aerosoles.

En 2016, el Protocolo de Montreal fue extendido con la Enmienda de Kigali que buscó eliminar también la producción y el uso de los hidrofluorocarbonos —cuyo uso había aumentado recientemente como alternativa a las sustancias prohibidas por el Protocolo—, gases también contribuyentes al cambio climático.

Todo este esfuerzo fue tan bien orquestado e implementado que hoy, más de 30 años después de su implementación, se confirma que “la eliminación progresiva de cerca del 99 % de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ha logrado proteger la capa de ozono y ha contribuido a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación ultravioleta (UV) nociva del sol”.

Así se supo en enero pasado al publicarse el  informe de evaluación cuadrienal del Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal, respaldado por las Naciones Unidas,

Si se mantienen las políticas actuales, se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980 (antes de la conformación del agujero de ozono) aproximadamente en 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y en 2040 en el resto del mundo. Cabe señalar que la superficie y la profundidad del agujero de ozono ha disminuido desde el año 2000.

“Nunca se destacará lo suficiente hasta qué punto el Protocolo de Montreal ha contribuido a la mitigación del cambio climático.”, señaló Meg Seki, Secretaria Ejecutiva de la Secretaría del Ozono del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).