Greenpeace en el Mar Argentino por la protección de los océanos

En su recorrido por el Mar Argentino a bordo del barco Esperanza, Greenpeace navegó en las aguas patagónicas junto a la icónica ballena franca austral. Como parte de su campaña por la protección de los océanos, la organización ambientalista denunció la amenaza de la industria pesquera y sus técnicas devastadoras, y documentó la frágil situación que atraviesa el hogar de ballenas, delfines, elefantes marinos, tiburones, aves y otros animales de esta región. 

Según la organización ambientalista, más de 400 buques pesqueros al año se instalan en el Agujero Azul en el océano Atlántico, una de las dos regiones de alta mar en el mundo que cuenta con características oceanográficas únicas. Específicamente a 500 kilómetros del Golfo de San Jorge en la Patagonia Argentina, este lugar cuenta con una plataforma continental marina que se extiende más allá de la zona económica exclusiva, lo que la convierte en una de las regiones más codiciadas por las pesqueras (1). 

“La densidad de los barcos, la intensidad de la actividad y sus métodos no sustentables son una gran amenaza para la biodiversidad que habita y transita la región. Más de 40 especies en estado de conservación frágil se encuentran principalmente amenazados por la industria pesquera y la falta de controles en alta mar”, aseguró Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace Andino. 

Especies icónicas transitan la zona del Agujero Azul en su ruta migratoria desde los mares del sur. Animales amenazados o en peligro de extinción llegan allí para alimentarse y se ven forzados a convivir con la amenaza de los buques pesqueros. “Por la magnitud del volumen de la captura del calamar y la merluza -dos de las especies comerciales más codiciadas- algunos animales como elefantes marinos y orcas deben competir con la industria para asegurar su alimento. Además, la velocidad de los buques y sus cambios de rumbo repentinos no contemplan la movilidad más lenta de las ballenas, que también están expuestas a lastimarse, enredarse en las redes y chocar con barcos industriales pesqueros en su ruta migratoria”, agregó Vueso.

Para la pesca de arrastre de profundidad se utilizan redes de entre 60 a 100 metros de ancho y más de 200 de largo,aproximadamente del tamaño de una cancha de fútbol, con cadenas pesadas que arrasan indiscriminadamente con toda la flora y fauna que se encuentra en su recorrido. “La pesca de arrastre actúa como una topadora sobre el fondo marino: a su paso, destruye y descarta aquellas especies que no tienen valor comercial”, aseguró Vueso. “Esta es otra muestra de la falta de control y regulación de las aguas internacionales que le permite a las pesqueras saquear el océano y vulnerar su biodiversidad. Solo el 1% de los océanos globales está protegido y los gobiernos en la ONU tiene la oportunidad histórica de cambiarlo y proteger al menos el 30% de los océanos para 2030. Es urgente proteger el hogar de nuestras ballenas de las amenazas de la industria pesquera”.  

Notas1- Informe “Protejamos al Mar Argentino”

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