Greenpeace lamenta que -a pesar de toda la evidencia disponible– The Coca-Cola Company y su proveedor de jugo concentrado de limón La Moraleja S.A. sigan negando la ilegalidad y el grave impacto ambiental de la destrucción de los bosques.

inguna agricultura puede ser considerada sostenible si se realiza a costa de la deforestación.

El bosque es vida. Su destrucción implica la muerte de miles de especies, muchas de ellas en peligro de extinción, y la pérdida de recursos fundamentales como alimentos, medicinas y maderas. Los bosques juegan un rol fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Son nuestra esponja y paraguas protector natural. Más deforestación significa más inundaciones.

Valoramos que ambas empresas hayan admitido el desmonte y se comprometan a la reforestación y restauración de 1.400 de las 3.053 hectáreas de bosques nativos que fueron impunemente arrasadas por las topadoras en la provincia de Salta.

Esto ha sido posible gracias a las más de 220.000 personas que se sumaron a la campaña y le preguntaron a Sprite cuándo va a reforestar los bosques que se destruyeron para conseguir su sabor.

Es un primer paso importante. Pero no es suficiente. Greenpeace seguirá reclamando junto a miles de personas la restauración de las más de 3.000 hectáreas desmontadas.

Es inadmisible que una empresa que se dice sustentable no adopte una política de Deforestación Cero. Esto implica garantizar que su sistema de producción y sus proveedores no provoquen deforestación en ningún lugar del planeta y contribuir a la restauración de los bosques que fueron destruidos para el desarrollo de su compañía.

Los bosques no se negocian: destruirlos es un crimen, restaurarlos es una obligación.