Pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus) en la Patagonia. Foto; Martín Katz

Punta Tombo es una reserva natural en la provincia de Chubut que alberga la mayor colonia de pingüinos de Magallanes del mundo. Esta especie anida en terrenos blandos cercanos a la costa y padres y madres se turnan para empollar los huevos y buscar alimento. Las crías alcanzan la madurez a los 90 días. 

Recientemente una persona, de la cual aún no se conoce su identidad, ocupó ilegalmente un predio de 40 hectáreas lindantes de la Reserva para criar ganado vacuno. 

Como es práctica normal de la industria, hizo un trazado para instalar un alambrado de 800 mts, el cual electrificó con un panel solar. En el proceso del tendido de este alambrado, aplastó con topadoras y destruyó aproximadamente 146 nidos de Pingüinos de Magallanes.

Pingüino de Magallanes. Foto; Martín Katz

Aún se desconoce el verdadero impacto de esta tragedia ambiental, dado que al aplastar los nidos murieron aproximadamente 292 pichones. Pero, el alambrado obstaculiza el paso de los pingüinos adultos al mar, recorrido que hacen constantemente en busca de alimento para sus pichones, mientras el otro adulto se queda cuidando el nido.

Además, al ser un campo ocupado para ganado, hay presencia de vacas en la zona de anidación, lo que agrava el potencial impacto. Es decir, aún podrían registrarse muchos más decesos.

Pingüino de Magallanes. Foto; Martín Katz

Que se haya trazado un camino utilizando maquinarias como topadoras en la mayor colonia de pingüinos Magallanes del mundo, en época de crianza en una zona de alta densidad de nidos es un verdadero crimen ambiental que debería ser tipificado por la justicia como delito penal ambiental, figura legal que tristemente aún no existe en Argentina y que desde la sociedad civil se ha estado exigiendo e impulsando hace años.

Pingüinos de Magallanes. Foto; Martín Katz

Al responsable probablemente se lo impute por maltrato animal, pero necesitamos urgentemente un capítulo Ambiental en el Código Penal para que estos actos se paguen con prisión y no con una simple multa.

La justicia ya ha tomado el tema, y se están realizando los allanamientos para penar al responsable.

Pingüino de Magallanes. Foto; Martín Katz

El avance de las industrias extractivas está destruyendo nuestros ecosistemas, su fauna, y amenazando su capacidad de reproducción y desarrollo.

Los pingüinos de nuestro mar son acorralados por prácticas destructivas  tanto en tierra, en sus zonas de anidación y cría, como en el mar, donde pasan el 70%  de su vida y es su fuente de alimento. 

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El avance de la industria de hidrocarburos en el Mar Argentino es otra de las grandes amenazas a las que se enfrentan, exponiéndolos a falta de alimentos, desplazamientos de sus hábitats, impactos en lo conductual y fisiológico y también a potenciales empetrolamientos.

Pingüino de Magallanes en Ushuaia. Foto: Martín Katz

El petróleo, además de exponerlos a  elementos tóxicos, les produce un apelmazamiento de sus plumas, es decir que se pegan, se endurecen y esto hace que se interrumpa esta barrera natural que aisla la piel del agua.  De esta manera, afecta su capacidad de flotar, y pierden su capacidad de regular la temperatura corporal. Se hunden y mueren, o llegan a las costas discapacitados y expuestos a los depredadores. 

Pingüino de Magallanes. Foto: Martín Katz

Los animales y la naturaleza no son objetos, sino que también deberían ser considerados sujetos de derecho, sólo así se podrá hacer justicia por esta masacre.    

Sobre el pingüino de Magallanes

Pingüino de Magallanes. Foto; Martín Katz

Estos pingüinos se caracterizan por medir unos 50 cm de altura(aprox.) , y su plumaje es blanco y negro. Presentan una distribución particular del mismo que lo distingue de otros ejemplares de la especie. El color del plumaje le garantiza un eficiente mimetismo con el medio marino, y una serie de características relativas a la adaptación al clima, le permiten minimizar la pérdida de calor corporal.

Se alimentan de diferentes peces, como sardinas, pejerreyes, anchoas y otros que cazan con una técnica muy eficiente basada en la agilidad con la que se desplazan en el agua. Estas habilidades les son enseñadas a las crías y garantizan la preservación de la especie.

Anidan en terrenos blandos cercanos a la costa y padres y madres se turnan para empollar los huevos y buscar alimento. Las crías alcanzan la madurez a los 90 días.