El cantante, multiinstrumentista, compositor y poeta argentino Pedro Aznar  se manifestó en la audiencia pública n°1/22 para expresar su posición frente a la amenaza de proyectos de la empresa petrolera Equinor en el Mar Argentino. Desde Greenpeace agradecemos su compromiso histórico con la organización y con las causas ambientales. Compartimos su hermosa exposición:

“¿Qué sabe un poeta de estas cosas?

Que hable de la luna, del sol y de los pájaros. De amores imposibles y frutos de la tierra. Aquí lo que se juega son números, constantes y sonantes necesidades urgentes, niños con hambre, cuentas que no cierran. Prosperidad, industria, progreso, un mundo en guerra, un mundo que salió a duras pérdidas del respirador.

¿Qué sabe el poeta? ¿Qué tiene que aportar?

El poeta, señores, sabe de palabras y reconoce con su instinto una mentira, una falacia, una contradicción sensible como es a lo que se dice sin decir, a lo que miente al omitir, a lo que oculta al mal mostrar, a todo aquello que es, al fin y al cabo, falta de poesía para vivir.

Dirán “¡que lata, que pérdida de tiempo!”. Diré, “escuchen esto: el poeta, canario en la mina, alerta que le falta el aire, que morirá con los cardúmenes cuando empiecen vuestras explosiones y que los cielos ya arden de humo fósil”.

Si lo que se juega son los números, el poeta jugará a continuación con las palabras, para mostrar el lado oscuro detrás de aquellas cifras. La prosperidad del corto plazo es una ruleta rusa con balas de veneno sobre las aguas, una hipoteca de ruina para la única casa que tenemos.

La industria propuesta es anticuada, ineficiente sucia y peligrosa. Hay una revolución de energías renovables que el hemisferio norte adopta velozmente, mientras exporta una resaca de atraso hacia el sur.

El poeta es bueno para soñar y no sueña con su tierra convertida en basural, sueña con toda la tierra hecha un jardín abierto a todos. Progreso no es una riqueza que en la otra punta del hilo crea miseria y contaminación.

Qué diga el África si la explotación brutal de sus recursos alguna vez sirvió para levantar a sus pueblos de la indigencia. Las cuentas no cierran porque no se toman las decisiones correctas. Este momento es el de dar el salto al tercer milenio, no el de dormirse emborrachándose de juego de dinosaurio mientras el mundo se prende fuego alrededor.

El poeta no es ingenuo, señores, el poeta está indignado. Piensan en plantar un pozo en una espesa como la noche del invierno, frente a una costa inmensamente rica en peces, en pueblos pujantes que viven mayormente del turismo, ante bosques plantados trabajosamente árbol por árbol, sobre kilómetros de nada arenosa.

Piensan abrir fuego sobre todo eso.

Piensan matar la poesía

Porque, después de todo, la poesía y el poeta ¿que saben?

Muchas gracias”