Hoy en el Día mundial de la Descontaminación acústica, te contamos que las personas no somos las únicos que padecemos este problema. Con la exploración sísmica de la industria petrolera, aprobada para comenzar en los próximos meses, se generan explosiones acústicas bajo el agua que pueden ser registradas a miles de kilómetros de distancia. La introducción de ruido en el mar afecta las funciones biológicas esenciales de mamíferos marinos, tortugas, peces y aves.

Activista Fernanda Arduino de Argentina durante un tour del barco Arctic Sunrise,en Groenlandia.

Así como las personas obtenemos la mayor parte de la información del medio que nos rodea a través de la vista y de la luz, los cetáceos ‘ven’ su mundo submarino a través del oído y de los sonidos. Lo necesitan para detectar presas y predadores, orientarse, comunicarse y reproducirse.

Por ello, los disparos sonoros de la exploración sísmica, que en realizarán la empresa estatal noruega Equinor en alianza con YPF y Shell en la Cuenca Argentina Norte, pueden afectar el tránsito, la alimentación y la reproducción de las especies animales marinas e incluso provocar su muerte.

Bombardeos acústicos en el mar

Disparos con cañones debajo del mar. © Christian Åslund / Greenpeace

La explotación petrolífera offshore requiere de una primer etapa que es la realización de exploraciones sísmicas. Esta práctica tiene como objetivo localizar hidrocarburos en el fondo marino. Funcionan efectuando disparos submarinos con cañones de aire que crean ruidos increíblemente fuertes (entre 240 y 260 db) que provocan  impactos en más de 300 mil km2, una superficie equivalente a la provincia de Buenos Aires.

Las ondas sonoras de estos disparos viajan al fondo del océano, se reflejan y son captadas por sensores remolcados detrás del buque de exploración. Los datos recolectados se utilizan para crear mapas del fondo marino detallados, que las compañías petroleras usan para determinar las ubicaciones para la perforación.

Escuchando a las ballenas

Miembros del Instituto de Conservación de Ballenas y Greenpeace recorrieron, a bordo del velero Witness, las zonas del Mar Argentino donde la industria petrolera planea realizar exploraciones sísmicas, a 300 kilómetros frente a las costas bonaerenses.  © Osvaldo Tesoro / Greenpeace.

En el mes de mayo cuatro miembros del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) recorrieron junto a Greenpeace a bordo del velero Witness, las áreas donde se encuentran los bloques de la cuenca Argentina Norte adjudicados a la industria petrolera para realizar exploraciones sísmicas, frente a las costas bonaerenses, de Río Negro y Chubut.

Estuvieron en zonas del Mar Argentino que coinciden con las áreas de alimentación y tránsito de la ballena Franca Austral y es de gran importancia para muchas especies emblemáticas del patrimonio natural argentino., pingüinos de Magallanes, albatros, petreles y otras aves marinas.

La tripulación del velero Witness participó del monitoreo © Osvaldo Tesoro / Greenpeace.

Allí realizaron estudios preliminares de monitoreo acústico fuera de la zona económica exclusiva argentina (donde está localizado el bloque CAN 114) para detectar la presencia de mamíferos marinos y otras especies, mediante los sonidos y vocalizaciones que emiten. Estas observaciones piloto se efectuaron por primera vez en el área.

Mediante el uso de un hidrófono, que funcionó como un set de micrófonos sumergidos en el mar, efectuaron un reconocimiento preliminar del área previo a la realización de la actividad petrolera en la zona. Los datos podrían servir de línea de base para evaluar el impacto de esta actividad y generar un antecedente para futuras investigaciones científicas en la zona.

En el mar el ruido mata

De acuerdo con Mariano Sironi biólogo y director científico del ICB en una entrevista con Emilia Delfino de DiarioAR: “El ruido es energía y si esa energía tiene niveles suficientemente altos puede dañar a un ser vivo. En el mar, el sonido se transmite de manera más eficiente y a mayores distancias que en el aire. Los ruidos de alta intensidad pueden producir daños físicos.

En las ballenas, y también en otros animales como en peces y aves, cuando esos sonidos son muy intensos pueden dañar órganos internos e incluso producir la muerte. Sonidos intensos como los que estoy describiendo los produce el ser humano y, en particular, la industria petrolera cuando hace lo que se llaman exploraciones sísmicas.

Cuando se están emitiendo estos ruidos, si hay ballenas cerca, pueden morir. Si no mueren porque no son tan intensos o porque el animal no está cerca, el ruido puede impedir que las ballenas u otras especies se comuniquen entre sí. Puede impedir que un animal se reproduzca, que se alimente, o que descanse. Por eso digo que en el mar el ruido mata”.

Delfin oscuro de Fitz Roy (Lagenorhynchus obscurus) en el Mar Argentino. © Martin Katz / Greenpeace

“Imaginemos por un momento cómo sería la vida de las personas videntes si estuviéramos constantemente encandilados por luces fuertes, reflectores, faros y todo tipo de fuentes de luz intensa. Nos chocaríamos entre nosotros y contra obstáculos, no podríamos dormir, viviríamos estresados, enceguecidos y buscaríamos aislarnos de todo para evitar ese acoso luminoso. Así y todo, podríamos cerrar los ojos e incluso taparlos para evitar la luz. Pero las ballenas y los delfines no pueden ‘cerrar los oídos’ para dejar de escuchar esos ruidos, que los acosan día y noche, en todos los mares”, escribió Sironi en su artículo “En el mar el ruido mata”.

De acuerdo con Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de Océanos de Greenpeace “algo muy interesante de conocer el océano, a través de un monitoreo acústico, es que el llamado de las ballenas y delfines, y el ruido propio del agua parecieran concentrar todo el sonido oceánico. Si comienza la exploración sísmica, los bombardeos acústicos van a enmascarar todos estos sonidos naturales, lo que implicará una verdadera disrupción a la biodiversidad”

Los bombardeos en el mar van eliminando a las ballenas

Ballena Franca Austral (Eubalaena australis). © Martin Katz / Greenpeace

Hoy hay menos ballenas en el Mar Argentino por los efectos de la exploración sísmica de petróleoMuertes por ahogamientos, varamientos, ausencia de grupos de madres con crías, son algunas de las consecuencias de los bombardeos acústicos constantes de la industria de hidrocarburos, que son tan potentes como el despegue de un cohete espacial.

Como ejemplo, un estudio sobre el caso del Golfo de San Jorge, lugar que comparten las provincias de Santa Cruz y Chubut, mostró que en el año 2009 durante el período en el que se realizó actividad sísmica, hubo una caída significativa de los avistamientos de cetáceos en sus hábitats naturales.

Además, en uno de los períodos hubo una reducción drástica de los grupos de cópula y de las madres con cría, desapareciendo completamente de la zona. En el año 2008 se observaron 173 ballenas en el golfo, sin embargo al año siguiente, luego de la operación sísmica, se registraron 92 y en el 2010 apenas 46.

Los riesgos de bombardear exactamente sobre el hogar de las especies marinas

En 2022 organizaciones especializadas en la conservación marina comprometidas con la protección del Mar Argentino publicaron un informe sobre la exploración sísmica y los riesgos que representa para el mar, su biodiversidad y ecosistemas.

Dicho documento es el resultado del proceso colaborativo entre científicos y técnicos de varias ONGs que componen el Foro para la conservación del Mar Patagónico. Fue realizado en base a datos científicos que dan cuenta de los riesgos que la búsqueda de hidrocarburos en el Mar Argentino implica. 

El reporte destaca que el Mar Argentino presenta zonas clave para la estructura funcional y ecológica del Atlántico Sur. Una de esas zonas claves es el Frente del Talud, el cual cumple un rol ecológico fundamental en el ecosistema. Y existe una superposición entre esta área y los bloques concesionados para la actividad petrolera. El documento provee mapas con los monitoreos satelitales de individuos donde se observa claramente la superposición

Por todo esto y mucho más denunciamos que esta práctica es una amenaza para el Mar Argentino y lo está llevando al borde del colapso, ya que sus impactos ponen en peligro a todas las especies de nuestra región como la ballena franca austral, el delfín franciscana, orcas, lobos marinos y pingüinos.