Hace unas semanas, en Buenos Aires, los porteños y porteñas desde las redes sociales primero y los medios, después, se hacían una misma pregunta: ¿qué son esos bichitos diminutos y negros que caen del cielo y pican? 

FOTO: @NICOPILDORA.

Entre chistes y asombro, se arriesgaron teorías de todo tipo. Hasta circuló que se trataba de “piojos de palomas”. Al final, se supo que se trataba de insectos tisanópertos conocidos como trips, que crecen en el campo. Raro, ¿no? 

Semanas previas a esto, los agropecuarios se alarmaron ante la proliferación de  los escarabajos llamados 7 de oro en los campos donde crían ganado. Su aparición llegó incluso a las cercanías de muchas ciudades.

Twitter @marianoluna79

Estos dos ejemplos recientes son síntomas de un planeta en desequilibrio y cada vez más caliente. Ante los cuales surgen noticias alarmistas que generan reacciones exageradas que en nada ayudan a entender la situación.    

No es casualidad que haya trips y escarabajos 7 de oro. Es por la sequía y el calor que tuvieron que venir a comer a la ciudad”, dice en su reel Franco Chiaravini, especialista en huerta e instagramer en Cuidar la tierra. Así abre el tema para que entendamos por qué se produce la aparición de estos insectos en medio de Buenos Aires, algo muy inusual. 

Debemos leer estos hechos novedosos para muchos como la comprobación de algo que ya la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha avisado: 

El cambio climático aumentará el riesgo de propagación de plagas, que ya destruyen un 40% de la producción de cultivos.

Trips, del campo a la ciudad 

Los trips son muy conocidos en el campo. Se alimentan de las plantas a través de su aparato bucal raspador/suctor, con el cual raspan la superficie de la planta para luego sorber los fluidos. ¿Pero cómo fue que aparecieron en zonas residenciales? 

Estos insectos son fans del calor y con el verano con sus reiteradas olas de calor fue la la primera condición para su reproducción acelerada. A su vez, “La gran sequía eliminó a muchos de sus depredadores”, explica Carlos Boschi, ingeniero agrónomo y profesor adjunto de la facultad de Agronomía (UBA) consultado por La Nación.

En definitiva, la sequía preparó el ambiente perfecto para estos insectos, ya que cuando hay mucha humedad les cuesta multiplicarse.

Si bien esta “plaga” no causó daños de consideración, salvo una molestia pasajera para las personas a las que les produjeron picaduras, irritación o alergias, es un llamado de atención: las ciudades también son parte de la naturaleza y las consecuencias de haber forzado un cambio en el clima están acá. 

7 de oro, un alerta para los productores

En el caso de los 7 de oro, el Youtuber y “divulgador de insectos” Agustín López Pacheco coincide en este diagnóstico. Explica que es a causa de la sequía que este escarabajo no consigue mucho polen de sus plantas usuales de alimentación (sorgo y maíz) por lo que expandió su menú hacia plantas -como la alfalfa- de las cuales también comen vacas, toros y caballos

Foto Ministerio Agricultura del Gobierno de la Nación

Primero, sorprendió la presencia de un bichito tan pintoresco. Enseguida, los citadinos poco acostumbrados a cualquier contacto natural fuera de libreto, empezaron a sospechar peligros de todo tipo.

Como dice López Pacheco, es cierto que los 7 de oro llevan en su sangre una sustancia tóxica llamada cantaridina (que utilizan para defenderse de sus predadores). Al haber tantos de ellos en las plantas, el ganado los ingiere y eso provoca serios problemas digestivos. Incluso, si comiera en grandes cantidades podría llevarlo a la muerte

Sin embargo, en general la situación no pasa de generar irritación y ampollas al contacto con esa sustancia. Mientras que para los humanos no hay riesgos mayores. Como dice el especialista “si no los molestás, ni matás ni comés y solo los dejás que vivan su vida, no va a haber nada de qué preocuparse” 

En este sentido es importante recordar que los insectos cumplen una función vital para la salud de los ecosistemas y que las personas debemos aprender a convivir en armonía con todas las otras especies. Ojalá esta información sirva para que conozcas más a estos bichitos y sepas cómo reaccionar en tu próximo encuentro con alguno de ellos. 

Para decirlo claramente: los insectos no son el problema. El problema es el cambio climático que trae aparejados eventos como éste que pone en riesgo la fuente de alimentación pero que también amenaza los recursos hídricos y la vida de todos los habitantes del planeta.