Así como la Tierra manda una señal de alerta con cada fenómeno climático extremo que se repite, también nos muestra su increíble poder de regeneración para que sepamos que aún estamos a tiempo de frenar los peores efectos de la crisis climática.

Hoy es el Día de la Tierra, el planeta azul que es nuestro hogar y que hace posible las formas de vida más sutiles y asombrosas. El mismo que se está calentando 10 veces más rápido de lo que la tasa promedio de calentamiento después de una edad de hielo (el calentamiento actual está ocurriendo a un ritmo no visto en los últimos 10.000 años), y que atraviesa una crisis climática sin precedentes, algo de lo que los humanos tenemos gran parte de la culpa.

Vivir en un planeta cada vez más caliente, del cual hemos destruído una gran parte de los ecosistemas que nos sostienen y protegen, no es gratuito. El costo se mide en olas de calor, tormentas fuertes, inundaciones, sequías e incendios que son cada vez más frecuentes, más extensos y más severos y que ponen en peligro la vida de cientos de miles de personas.



Son nuestras actividades humanas modernas (deforestación, extractivismo, quema de combustibles fósiles, contaminación, etc.) las que causaron (y continúan agravando) esta situación crítica.
Sin embargo, ante las evidencias del daño irreparable que genera este modelo de producción y consumo, seguimos haciendo poco por recalcular a tiempo y evitar los peores escenarios. Incluso hay quienes hacen oídos sordos ante las advertencias de la ciencia, que demuestra que son los gases de efecto invernadero, en especial los que derivan del uso de gas, petróleo y carbón, los responsables de retener el calor en la atmósfera y disparar las temperaturas globales.
Día de la Tierra 2025: impulso a las energías limpias
Este año el lema del Día de la Tierra es “Nuestro poder, Nuestro planeta”, y hace foco en la necesidad de impulsar las energías renovables para triplicar la electricidad limpia para el año 2030.


La premisa está en línea con la necesidad de evitar los impactos más negativos de la crisis climática. Para lograrlo, se busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a casi la mitad en 2030, y luego alcanzar el cero neto en el año 2050. Esto sólo se conseguirá si se deja de depender de los combustibles fósiles y se invierte en fuentes de energía alternativas que sean limpias, accesibles y sostenibles en el marco de una transición justa.

En este contexto, y de cara a la COP30 que se celebrará en Brasil en noviembre, los países firmantes del Acuerdo de París deberán presentar versiones actualizadas de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). El objetivo es claro: mantener el aumento de la temperatura media global anual por debajo de 1,5 °C. Estas nuevas contribuciones deben ser aún más ambiciosas que las anteriores, reflejando un compromiso renovado y fortalecido para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
La protección de los bosques, humedales, glaciares y de la biodiversidad, la preservación de los océanos y la implementación de políticas energéticas que contribuyan con los compromisos de reducción de emisiones representan aspectos cruciales para la lucha contra la crisis climática.
Del debate a la acción
Lo cierto es que mientras las personas debatimos, la crisis climática no espera. Debemos implementar las medidas que estén a nuestro alcance y exigir a gobiernos y empresas acciones urgentes para mitigar la crisis planetaria. Al mismo tiempo, es necesario avanzar en la protección de los ecosistemas que son vitales para la regulación del clima, como los bosques, océanos, glaciares y humedales.
Debemos proteger nuestro único hogar con determinación y responsabilidad.
¡El momento de actuar es ahora!
