Antes y después de la Cueva del Jimbo: un túnel de hielo que se llevaba todas las miradas en el Parque Nacional Tierra del Fuego. Fuente: Meteored

En la misma semana de alerta por las temperaturas extremas de calor en Argentina el cambio climático se lleva a la primera víctima natural de nuestra Patagonia: el ícono turístico “Cueva de Jimbo”.

En las últimas horas, se derrumbó en su totalidad la conocida “Cueva de Jimbo”, ubicada cerca del Cañadón de la Oveja, en Tierra del Fuego, a unos 700 metros sobre el nivel del mar. La Cueva era uno de los principales atractivos que tenía el Parque Nacional Tierra del Fuego, el área protegida más austral de Argentina creado para resguardar los bosques andino-patagónicos.

La formación de hielo y roca solía ser uno de los lugares más visitados por los turistas, aunque las autoridades habían prohibido su ingreso desde 2021 por su fragilidad.

La “Cueva de Jimbo” se había formado por una apertura que se fue “construyendo” de manera natural con el retroceso de los glaciares que se habían formado unos 10 mil años atrás De acuerdo con Silvina Cárdenas, personal técnico del Instituto Fueguino de Turismo (Infuetur) el derrumbe tiene que ver con las consecuencias del calentamiento global. En los últimos días se habían registrado temperaturas entre 17 y 18 grados durante varias jornadas seguidas, algo poco frecuente para esa provincia en esta época.  Desde la Secretaría de Protección Civil provincial esas altas temperaturas e incluso tormentas eléctricas, muy poco frecuentes para la provincia, hicieron sentir el efecto del cambio climático.

¿Por qué en este contexto es clave cuidar y defender nuestros glaciares?

Glaciares en San Juán © Martín Katz / Greenpeace

El estado crítico en el que se encuentran los glaciares globalmente impulsó a Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a implementar una iniciativa para protegerlos y a partir de este año se comienza a conmemorar el 21 de marzo como el Día Mundial de los Glaciares siendo 2025 el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares.

Es que al perder parte de los glaciares, la nieve y el hielo (todo aquello que compone la criósfera, la parte de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido), tanto el sistema climático y el ciclo hidrológico se desbalancean por completo. Esto no es gratuito sino que trae consecuencias irreversibles para la naturaleza, la economía y la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, su desaparición repercute en que los ríos y arroyos que se nutren de su derretimiento estacional estarán cada vez más secos lo que, en muchos casos, puede determinar el final de una zona productiva.

Incluso de esta grave situación podría derivarse el aumento del nivel del mar, la escasez de agua y alimentos, riesgos geotécnicos y amenazas al comercio, las economías y las fuentes de energía.

Este año se cumplen quince años desde que logramos en Argentina la Ley Nacional de Protección de Glaciares y del Ambiente Periglacial, una victoria ciudadana, fruto de una movilización histórica, la segunda ley ambiental más importante del país impulsada por Greenpeace y más de 300 organizaciones.

Existe una conexión crucial entre la preservación de la naturaleza y la capacidad que tiene nuestro país para hacer frente a las olas de calor. La protección de nuestros ecosistemas y la biodiversidad no sólo es esencial para la salud del planeta, sino que también desempeña un papel fundamental en nuestra capacidad para enfrentar los impactos del cambio climático.

Glaciares: hielos en peligro

Es importante comprender el rol fundamental que cumplen tanto los glaciares como el ambiente periglaciar en el resguardo de los recursos hídricos, por lo cual ambos necesitan protección.

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