Todos tenemos algún conocido, amistad o incluso un familiar que cuando se habla de cambio climático en una reunión enseguida busca anular el tema diciendo que tal cosa no existe.

En el cartel se lee: “¡Escuchen a la ciencia!” y refiere a las acciones climáticas que deben tomarse desde la Unión Europea para que la reducción de emisiones para 2030.

Poco les importa que la ciencia del cambio climático tenga una trayectoria de más de 150 años o que el consenso científico mundial sobre este fenómeno sea casi absoluto (99.996%.)

Los negacionistas de pura cepa rechazarán con todas sus fuerzas cualquier idea que no esté en línea con su pensamiento dogmático, evitando cualquier tipo de análisis objetivo. 

En cambio, serán más afines a alinearse detrás de cualquier idea o teoría que ponga en duda lo que es obvio: que las actividades humanas han afectado el equilibrio del planeta y que vivimos una crisis climática de origen antropogénico. 

Así, el negacionismo termina siendo funcional a los intereses de la industria energética y a ciertas ideologías que llevan 30 años sembrando la duda sobre el cambio climático donde no la hay.

De hecho, el presupuesto que las compañías utilizan para controlar, retrasar o impedir el desarrollo de políticas climáticas de obligado cumplimiento es enorme.

Una activista sostiene un cartel donde se lee “Greenwashing es el reverso del infiermo climático” mientras policías la detienen en la Feria de Milán.

Algo que puede parecer tan inocente como una discrepancia de opiniones en una mesa familiar en verdad esconde un fino trabajo de desinformación que los intereses económicos urden para retrasar la acción climática urgente y distraer de lo que en verdad importa. 

Por eso hoy vamos a desarmar algunos de los argumentos y mitos más usados por los negacionistas para neutralizar este discurso que cada vez prende más en la sociedad (y que lejos de ser divertido, es muy peligroso.)

1) “Cambio climático hubo siempre porque es un ciclo natural”

Por supuesto que cambios en el clima siempre ha habido. Los hubo más lentos, de manera que los ecosistemas y sus habitantes lograron adaptarse a tiempo y también los hubo tan veloces que condujeron a extinciones masivas repentinas. Pero esa no es la cuestión. 

Lo que importa acá es que el estudio de los “climas antiguos” (paleoclimatología) demuestra que los cambios acontecidos durante los últimos 150 años (desde el comienzo de la Revolución Industrial) no pueden ser naturales por su excepcionalidad.

Es decir que el actual proceso de cambio climático es diferente por dos motivos: es 10 veces más rápido que cualquier otro cambio climático ocurrido después de la extinción masiva relacionada con la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones de años y es provocado por una especie que habita el planeta.

El argumento de la “naturalidad de los cambios” esgrimido por los negacionistas se apoya en que el clima terrestre aún se está recuperando de las frías temperaturas de la Pequeña Edad de Hielo (1300 d.C-1850 d.C.), y que las que tenemos en la actualidad son las mismas que las del Período Cálido Medieval (900 d.C.-1300 d.C.).

La laguna de dicha apreciación es que ambas etapas no supusieron cambios globales, sino regionales, que afectaron al noroeste de Europa, al este de América, Groenlandia e Islandia.

Un estudio con 700 registros climáticos ha demostrado que la única vez que el clima ha cambiado al mismo tiempo y en el mismo sentido en todo el mundo durante los últimos 2.000 años ha sido en los últimos 150, en los que más del 98% de la superficie del planeta ha experimentado un aumento de temperatura.

2. ¿Cómo pueden hablar de calentamiento global si hace frío?

Esta frase está en el top cinco de las más usadas por los negacionistas. Incluso un ex presidente norteameriano cayó en este argumento alguna vez.

Para entender por qué esto no es cierto se necesita entender sobre cómo funciona la circulación atmosférica global y en particular, el funcionamiento de la corriente en chorro o jet polares. 

Según explica el periodista científico y meteorólogo, Mauricio Saldívar, para Meteored, “El jet polar es una corriente de aire a gran velocidad ubicada cerca del nivel de crucero de los aviones v que separa, en ambos hemisferios, el aire frío originado en el Ártico o la Antártida, del aire templado o cálido. Esta corriente tiene ondulaciones que la aproximan a latitudes medias, y como las temperaturas más cálidas la debilitan, las irrupciones de aire frío polar pueden avanzar mayores distancias hacia los trópicos”.

“Es por ello por lo que, aunque parezca contradictorio, el calentamiento global genera más olas de frío. Esto sucede con mayor frecuencia e intensidad en el hemisferio norte, debido a que el Ártico se calienta a un ritmo 4 veces mayor que el resto del planeta”, explicó el especialista.

3. El CO₂ solo es una pequeña parte de la atmósfera, así que no puede calentar demasiado

Este mito se cae sólo con citar un experimento realizado en 1856 por la científica estadounidense Eunice Newton Foote. La prueba demostró hace 167 años que un cilindro expuesto a la luz solar que contiene dióxido de carbono atrapa más calor y durante más tiempo que un cilindro que alberga aire normal.

Desde entonces, la ciencia ha repetido este experimento tanto en laboratorios como en la atmósfera llegando a la misma conclusión una y otra vez: el dióxido de carbono emite más gases de efecto invernadero.

4. Los modelos climáticos no son fiables y son demasiado sensibles al dióxido de carbono

Desde la ciencia explican que no hay nada de cierto en este argumento. Por el contrario, existe una amplia gama de modelos climáticos. Estos modelos se someten continuamente a pruebas con datos históricos y paleoclimáticos, así como con acontecimientos climáticos independientes, como grandes erupciones volcánicas, para confirmar que reconstruyen el clima de manera correcta (como, de hecho, así es).

Un modelo, por sí mismo, no se debería considerar correcto, ya que representa un sistema climático global sumamente complejo. Sin embargo, al tener tantos modelos diferentes construidos y calibrados de manera independiente podemos confiar en su fiabilidad cuando coinciden en sus resultados.

Al estudiar los resultados de todos los modelos, observamos que duplicar las emisiones de dióxido de carbono podría aumentar la temperatura entre 2˚C y 4,5˚C, con una media de 3,1˚C.

A pesar de que la complejidad de los modelos ha aumentado, la escala de calentamiento previsto ha permanecido en baremos similares durante los últimos 30 años, lo que demuestra su efectividad.

Tras combinar el conocimiento científico sobre el calentamiento y enfriamiento del clima a partir de factores naturales (energía solar, volcánica, aerosoles y ozono) y factores propiciados por el hombre (gases de efecto invernadero y cambios en el uso de la tierra), podemos asegurar que el 100% del calentamiento observado a lo largo de los últimos 150 años se debe a los humanos.

5. No es gran cosa que la temperatura aumente dos o tres grados.

El último pensamiento negacionista que vamos a refutar con datos en esta nota es éste -otro clásico-, aunque la lista podría extenderse mucho más. 

En este caso, el argumento cae solo porque se trata de una mala interpretación del concepto de aumento de temperatura. Para ser precisos, la ciencia se refiere a valores medios de temperatura a nivel global y en este sentido todas las proyecciones muestran que aún esos pequeños cambios en los valores de temperaturas medias tienen consecuencias tremendas en los ecosistemas.


Por ejemplo, en un escenario de aumento de temperatura global a 2 °C lo que ocurriría en 35 de las áreas más diversas y ricas en biodiversidad del mundo, es que se perdería 25% de las 80.000 especies de plantas y animales que existen actualmente. Y ese porcentaje llegaría al 50% si aumentan en 4.5 °C.

En conclusión, no existe un solo argumento científico sobre el que apoyarse para negar sistemáticamente el cambio climático.

En este sentido, ¿cuánto más podrá resistir el discurso negacionista ante una realidad que muestra que ya estamos viviendo los impactos del cambio forzado del clima? 

Como dice Mark Maslin del University College de Londres (UCL) “la gente se está dando cuenta de que no necesitan que los científicos les digan que el clima está cambiando, ya que lo están experimentando en primera persona”.

Fuentes: Nota en The Conversation con licencia de Creative Commons escrita por Mark Maslin, catedrático de Ciencias de la Tierra en el University College de Londres (UCL) y Meteored.