Por Bruno Giambelluca, integrante del equipo de campañas de Clima y Energía en Greenpeace Argentina.

Probablemente oíste hablar de la COP 25. La COP o Conferencia de las Partes, por sus siglas en inglés, es la reunión de los más de 195 países firmantes del Convenio Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). En este encuentro se toman decisiones políticas a nivel internacional para combatir el cambio climático o disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero también se tratan otros temas relacionados: la adaptación al cambio climático, las pérdidas y los daños derivados de sus impactos, el apoyo financiero, el intercambio de la tecnología necesaria para hacerle frente y la situación de los países en desarrollo que son más vulnerables a sus consecuencias.

Esta COP 25 se iba a celebrar en Chile, pero debido a las recientes protestas en distintas ciudades del país en reclamo de mayores derechos sociales, el presidente Sebastián Piñera decidió cancelar la organización del encuentro en el país.

Chile había trabajado durante un año para que esta reunión climática internacional fuera un éxito y que sirviera para dar respuesta a los enormes problemas ambientales a los que se enfrenta Latinoamérica. Sin embargo, se acordó cambiar la sede a la ciudad de Madrid, en España, y Chile continúa manteniendo la presidencia del evento.

Desde Greenpeace decimos presente en la COP 25 para exigir a todos los países miembros apliquen políticas integrales que estén enfocadas en cómo aplacar la urgencia de la crisis climática que nuestro planeta está sufriendo. 

¿Qué se espera de la COP25?

Primero hagamos un poco de historia. En 2015, 195 países firmaron el Acuerdo de París y de esta forma se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el calentamiento global

El objetivo es evitar que el aumento de la temperatura del planeta supere los 1,5ºC y lograr alcanzar un balance neto cero de las emisiones de gases de efecto invernadero en la segunda mitad del siglo XXI. 

Durante la COP25 los representantes de los estados deberán cerrar el libro de reglas del acuerdo. Esto quiere decir que tendrán que establecer, de forma clara, qué harán y cómo conseguirán cumplir con la meta. Pero aún es muy pronto para alcanzar resultados concretos, ya que la cumbre finaliza el próximo 13 de diciembre. 

El rol de los estados más vulnerables a los impactos del cambio climático será clave. Sus representantes pueden lograr que los países más industrializados y con más recursos aumenten su ambición y garanticen financiación para hacer frente a las pérdidas y daños derivados del cambio climático.

Esperamos que cuando termine la COP25 los líderes mundiales muestren un compromiso más fuerte alineado con la ciencia. Esto significa medidas más claras y concretas acordes al Acuerdo de París. ¡Con los compromisos actuales llegaríamos hasta a 3ºC de aumento de las temperaturas globales a finales de este siglo!

La situación de Argentina frente al cambio climático

Los compromisos de nuestro país para mitigar la crisis climática no son lo suficientemente ambiciosos si se busca alcanzar un objetivo acorde al Acuerdo de París. 

Las políticas de los gobiernos del mundo y, también las de Argentina, avanzan en forma lenta y contradictoria frente a la urgencia de atender la crisis climática en todo el planeta. 

Por ejemplo, en la actualidad, las energías solar y eólica ocupan menos del 5% de la matriz energética nacional (es decir, la combinación de fuentes de energía que se utiliza en nuestro país). Este porcentaje es un tercio de lo que representa en otros países de la región, como Uruguay y Colombia. 

Sin embargo, Argentina tiene un gran potencial para convertirse en líder de las energías limpias si aprovecha los vientos de la Patagonia, y el sol en el norte del país y en la región de Cuyo.

¿Cómo generamos gases de efecto invernadero en nuestro país?

Los árboles son una importante fuente de absorción de gases de efecto invernadero. Pero cuando se deforesta estos gases son liberados a la atmósfera. Además, cada vez que se destruye un bosque nativo aumenta la cantidad de terrenos para agricultura y ganadería, dos actividades que generan aún más gases. Como resultado, la deforestación es una de las principales causas de emisión de gases de efecto invernadero en Argentina

Desde 1990 nuestro país aumentó más del 50% en las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita. Y esto no incluye las emisiones por el “uso de la tierra” (desmontes y expansión agroindustrial) que representan el 30% de las emisiones totales de Argentina

Los bosques son recursos valiosos para mitigar el cambio climático, por eso los esfuerzos para conservarlos deben ser mayores. Nuestro país debe asumir un compromiso serio para frenar el desmonte de bosques nativos, principalmente en el Gran Chaco, donde hay 10 millones de hectáreas en riesgo por el avance de la frontera agropecuaria. 

En Argentina y en el mundo la urgencia por tratar la crisis climática dejó de ser un reclamo de los ambientalistas para transformarse en un pedido masivo y global. 

El reclamo es liderado principalmente por jóvenes que exigen a los representantes de diferentes países medidas rápidas y concretas. Las acciones de Argentina y de Estados Unidos, Arabia Saudí o Brasil, entre muchos otros, no se pueden hacer esperar. Debemos actuar ya.