© Ulet Ifansasti / Greenpeace

Por Chris Greenberg (editor de Greenpeace Internacional)

La esperanza también es un recurso natural. Como el aire puro y el agua fresca. Como las selvas exuberantes y las costas prístinas que nos devuelven la energía para afrontar el futuro. 

Sin embargo, como muchos otros recursos naturales, la esperanza es algo escaso en estos días, amenazada por las compañías petroleras y su extractivismo, por las corporaciones contaminantes y por los gobiernos que anteponen las ganancias a las personas. 
Incendios, inundaciones, eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes y más intensos en todo el mundo, pérdida de biodiversidad que se intersecta con pandemias, derechos y tierras de pueblos indígenas vulnerados, con todo lo que ocurre día a día hasta los defensores ambientales más entusiastas tienen momentos de tristeza y ansiedad:

Todo esto es mucho. Demasiado. Por eso es lógico que muchos sintamos lo que hoy se llama eco ansiedad o desesperanza climática.

Está bien experimentar esos sentimientos porque la crisis climática es real, está acá/aquí y en todas partes. Pero, no te olvides, el poder que tenemos las personas también es real y está en todos lados 😉

La esperanza está donde estemos juntos, como un movimiento, parados unos al lado de otros aún en los peores momentos.

 © Giorgos Moutafis / MSF / Greenpeace

Desde Greenpeace llevamos 50 años transformando la esperanza en acción gracias al apoyo de miles y miles de socios activistas. Hemos trabajado codo a codo con aliados y comunidades de todo el mundo. Así logramos victorias significativas, desde frenar las pruebas de armas nucleares y conseguir la suspensión de la caza comercial de ballenas en los años 70 hasta  lograr que la justicia haga responsable a Shell de la destrucción climática en 2021. 

Cuando sientas que los desafíos son demasiado grandes o que el poder detrás de combustibles fósiles es muy fuerte, saca fuerza de los palabras de una de las fundadoras de Greenpeace, Dorothy Stowe:

“Es increíble todo lo que puede lograr un puñado de personas sentadas alrededor de una mesa de cocina.”

Piensa en esa frase y recuerda que juntos vamos a hacer la diferencia. Juntos vamos a liderar la transición justa a un mundo más justo y sustentable, un mundo más allá de los combustibles fósiles.

. © Marten van Dijl / Greenpeace

Los desafíos son enormes, ¡pero también lo son las razones para tener esperanza! Te comparto algunos signos de progreso que ya son una realidad: 

  • Se lucha y se gana en los tribunales: en 3 años los casos de litigación climática se duplicaron y se lograron fallos a favor de los damnificados. 
  • La resistencia de los pueblos indígenas está frenando nuevos oleoductos: en Estados Unidos y Canadá, 21 proyectos de combustibles fósiles fueron evitados o demorados gracias a la acción directa de las comunidades originarias. 
  • La energía solar y eólica se convirtió en la forma más barata de generar electricidad en la mayor parte del planeta, y los costos continúan reduciéndose. 
  • Algunas estrategias de negocios están empezando a ser diferentes:  las empresas automotrices anunciaron motores a combustión y petroleras recortan la producción de gas.
  • La comunidad científica confirmó que aún tenemos tiempo para hace la gran diferencia que se necesita para evitar el peor escenario posible.

Sé que esto puede parecer poco pero todo apunta hacia una nueva dirección y nos da motivos para tener esperanzas y ponerlas en acción. 

Estamos avanzando. Ahora debemos acelerar el ritmo y ampliar la escala al máximo, y para eso necesitamos presión pública masiva.

 © Greenpeace / Geoff Reid

La esperanza no es una estrategia pero igual es necesaria. Tenemos que creer que podemos ganar -y lo haremos- si somos honestos, empáticos, creativos y buscamos un cambio de sistema, completo y real. 
La eco ansiedad es real y también lo es la esperanza climática. Estamos en un momento difícil, es cierto, pero si estamos unidos vamos a superarlo. 

Nota original