Más de la mitad de la población mundial (56 % o 4400 millones habitantes) vive hoy en ciudades, según datos del Banco Mundial. Una situación que se espera vaya solo en aumento: para 2050 la población urbana será el doble, alcanzando a casi 7 de cada 10 personas vivirán en ciudades.

Traemos este dato porque en un contexto de cambio climático, las urbes también tienen que adaptarse. Por un lado, deben estar listas para enfrentar un clima cambiante y extremo, por otro, deben reducir y mitigar las emisiones que generan.

Desde hace algunos años, las ciudades de todo el mundo van avanzando en este sentido. Es obvio que cada una lo hace limitada primero por los presupuestos disponibles y después por la visión que tengan las dirigencias y las urgencias del contexto.

Como sea, desde nuestro lugar como ciudadanos debemos ejercitar la imaginación y soñar otras realidades posibles. Esta sociedad no es la única posible, es tiempo de repensar cómo habitamos los espacios.

Ciudades con más arboles y parques

Se confirma algo que sabíamos desde siempre: una ciudad de puro cemento, sin plazas, parques ni árboles sólo beneficia a los intereses inmobiliarios. La salud de las personas mejora donde hay naturaleza.

En este sentido, París adapta su plan urbanístico al cambio climático. La capital francesa quiere crear 300 hectáreas adicionales de áreas verdes de aquí a 2040, sustituir revestimientos de alquitrán por tierra y obligar a producir energía renovable.

Y ya empezó plantando 25.000 árboles donde antes había asfalto:

Por esto, no sólo hay que cuidar el arbolado existente (sean o no especies autóctonas) sino que hay que apostar por multiplicar la vegetación, aunque para eso haya que levantar baldosas.

En esta nota te contamos en detalle cómo los árboles son aliados claves para refrescar las ciudades en verano, fijar el carbono y limpiar el aire:

Los coches ya no deben ser los reyes de las ciudades

Considerando que la quema de combustibles fósiles relacionadas con el transporte urbano es uno de los causantes del calentamiento global al mismo tiempo que contamina el aire que respiramos, reformular la forma en que nos movemos en la ciudad es un primer paso para mejorar la calidad de vida en las metrópolis.

Traemos dos ejemplos más para entender que se pueden hacer cambios para ganar espacio para las personas y que esto no tiene por qué ser una ofensa para los automovilistas.

Por supuesto, todo tiene que ser tomado dentro de un plan integral de movilidad que privilegie el transporte público, por ejemplo.

Sin olvidar, claro, que crear espacios seguros para ciclistas y peatones incentiva a que las personas dejen de usar el coche para viajes cortos (de 5km, por ejemplo), dicen los expertos. 

Los desafíos que plantea el cambio climático es mucho más amplio, por supuesto. ¿Qué pasa con las ciudades en zonas costeras y el aumento del nivel del mar? ¿Con el acceso a alimentos sanos y agua potable en zonas áridas? ¿Y con la gestión de residuos?

Por el momento, estas ideas son para que pongamos el optimismo en acción y soñemos escenarios posibles más sustentables donde la calidad de vida esté en el centro. Lo importante es saber que aún podemos crear un futuro mejor.