Es cierto, las imágenes que compartiremos a continuación duelen. Los incendios forestales desatados en las tierras cordobesas siguen incrementándose. No solo afectan al medio ambiente, sino también a la salud de las personas, la biodiversidad y las actividades de la población.



Según datos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), la provincia de Córdoba suma a la fecha unas 69.000 hectáreas devoradas por grandes incendios en lo que va del año 2024. Cabe aclarar que se trata de información preliminar y la misma no distingue entre pastizales, bosques, humedales o plantaciones exóticas afectadas.
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Detrás de las cifras que intentan darle dimensión a la catástrofe hay hogares destruidos, familias enteras afectadas, campos quemados, ecosistemas enteros reducidos a cenizas y miles de animales sufriendo (de hecho, se puede ver cómo muchos de ellos escapan de la zona por el fuego y la falta de agua).




Lamentablemente este tipo de situaciones serán cada vez más frecuentes por la crisis climática que desde hace décadas estamos provocando, principalmente mediante la deforestación y la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) para producir energía y transportarnos.
Si bien aún se desconocen las causas de inicio de los focos, en el 95% de los casos se originan por accidentes, negligencia o intencionalidad.


Los incendios provocados por el ser humano y el aumento de la frecuencia de los mismos rompen el equilibrio natural de los ecosistemas y no permiten su correcta recuperación. Los daños en algunos casos pueden ser irreversibles.
Cabe destacar que los incendios están ocurriendo durante la época reproductiva de muchas especies. Esto puede provocar la pérdida de cohortes completas o el declive poblacional y tener graves consecuencias en las comunidades y ecosistemas.
Las especies afectadas son muchísimas. Algunas de ellas son nativas y ya se encontraban bajo algún grado de amenaza, como el cóndor andino y la corzuela. También hay otros grupos de animales muy afectados debido a su capacidad de escapar, como es el caso de los reptiles. En cuanto a la parte vegetal, se estima que este año se quemaron cerca de 70.000 hectáreas de pastizales y bosques nativos, donde se encuentran ejemplares irreemplazables como quebrachos y algarrobos.
Otros animales afectados son: zorros, lagartos overos, comadrejas y aves, entre los silvestres; y caballos, cerdos, vacas, cabras, ovejas, perros y gatos, entre los domésticos y de granja.
Grupos de técnicos, animalistas y rescatistas se encuentran en el lugar trabajando en el rescate, abriendo tranqueras y cortando alambrados para permitir el escape de los animales presentes. En este momento hay intentos desesperados por brindar atención veterinaria y resguardar a los individuos en rehabilitación. Los recursos son limitados, tanto en cuanto a insumos como a espacios adecuados para albergar a los animales.
También se registraron casos de atropellamientos de animales que se encontraban huyendo del fuego o buscando agua. La deshidratación es otra de las amenazas que pueden terminar con la vida de la fauna en este momento.
La crisis climática y de biodiversidad en la que nos encontramos nos obliga a actuar en consecuencia. Es por ello que desde Greenpeace volvemos a reclamar que tanto a nivel provincial como nacional se aumenten presupuestos, brigadistas e infraestructura para el rápido combate al fuego. Y resulta fundamental que el Congreso de la Nación establezca como delito penal a los desmontes ilegales e incendios forestales.