Retrato de voluntaria en el grupo local de Salta

Por Noemí Cruz, Campaña de Bosques

Las mujeres somos las principales líderes en la lucha contra la pandemia, no sólo por estar al frente de las actividades prioritarias,  somos además, en mayoría, quienes nos ocupamos de lavar las manos de los niños y cuidar nuestros ancianos, quienes vamos al súper y a la verdulería, quienes concurrimos a las escuelas, al hospital, quienes preparamos el alimento. Y somos las principales cuidadoras de nuestra casa mayor: el planeta con sus bosques, suelos y agua. Seamos indígenas, seamos de la ciudad o campesinas.

A todo esto pienso: el mundo debería reconocer que estas cosas están en buenas manos y deberían dejar de matarnos. 

Porque tarde verán que al matarnos matan la propia esperanza de supervivencia del planeta. Mientras nos matan, matan también a las cuidadoras del bosque, del río, del mar y todos sus habitantes. Sin nosotras ¿quién será su voz? ¿quién admirará su belleza y su espíritu? 

Pocos, muy pocos, tienen el valor de reconocer que los femicidios son también crímenes a la Madre Tierra.

Mientras estos siga sucediendo, ningún día será especial para nosotras, seguiremos atentas, trabajando, reuniéndonos, formándonos como guerreras del arco iris y , a la vez, temiendo que al siguiente paso un gobernante determine impunidad, un terrateniente nos deje sin casa, un sojero nos fumigue, un irresponsable queme nuestro entorno, aprese nuestro río, orade nuestra montaña, acciones que matan nuestras almas antes que nuestros cuerpos. 

Nuestros cuerpos, finalmente vuelven a la Madre Tierra y la Madre guarda en su memoria lo que llevamos. Y hay, en esa conexión inextricable, todo un sentido. El grito un día será tan fuerte que nadie más podrá hacerse el distraído. Un día el grito dirá basta de desmontes, basta de incendios, basta de venenos, basta de hambre y sed, basta de violencia, basta de matarnos!

Ese día hermanas, viene llegando, somos fuertes, porque la Tierra también lo es. Además de gritar, también actúa.