Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 30 septiembre, 2008
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 9: Economía y ecología

Los sistemas económicos mundiales colapsan no sólo debido a la codicia, el fraude y los activos tóxicos, sino porque esos sistemas se basan en falacias sobre el mundo natural. Las estafas Ponzi y otros fraudes derivados de los banqueros mundiales no son un sustituto de la economía real: los sistemas ecológicos vivos, la energía, los suelos, minerales, bosques y mares.

Las teorías egoístas de los economistas obsesionados por el crecimiento se despegan de esta realidad profunda como el papel tapiz barato. Desde los días de Akenaton y César, especuladores sobrealimentados han insistido en que su élite y los genios esotéricos crean la riqueza. Cada vez que salaban un suelo o diezmaban un bosque, se dirigían hacia una nueva línea divisoria de aguas o "descubrían" otro continente.

Esos días han llegado a su fin. Ya no hay más reservas gigantescas de las que puedan echar mano. La riqueza de los faraones y de los estafadores del mercado de valores llegaba a ellos no porque fueran genios, sino por la habilidad que tenían para valerse de engaños, para idear préstamos con dinero de fantasía y para intercambiar apuestas sobre el valor cambiante de promesas de papel, que es lo que actualmente se denomina como el mercado de "derivados". Pero, al final, esta prosperidad depende de la verdadera riqueza: la naturaleza y sus sistemas, sus materiales y sus energías.

Los mercados se recuperarán y colapsarán una vez más, y los traficantes de valores almacenarán más dinero en sus cajas fuertes, pero al final, el dinero no podrá reemplazar al suelo y al agua. Ningún producto bruto interno de ningún país puede reemplazar al bienestar auténtico.

A medida que los mercados de valores de todo el mundo fueron derrumbándose la primavera pasada, varios sucesos ambientales urgentes provocaron estrépito bajo lamentaciones superficiales, como profundos volcanes que despiertan para recordarnos que "con la naturaleza no se juega".

El ecologista estadounidense Aldo Leopold escribió 5 décadas atrás: "Abusamos de la tierra porque la vemos como algo que nos pertenece. Cuando la veamos como una comunidad a la que pertenecemos, tal vez empecemos a utilizarla con amor y respeto".

Los economistas han ignorado, e incluso se han burlado de las advertencias de los ecologistas, y ahora el planeta se enfrenta a la escasez de suelo fértil como resultado de la erosión, la salinización, la contaminación, la desertificación y la explosión demográfica. El Director de Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Lennart Bage, anunció el verano pasado que "la tierra fértil con acceso al agua se ha convertido en un bien estratégico". Siempre lo ha sido, para todos los seres vivos.

Este año, Irán compró más de 1 millón de toneladas de trigo a Estados Unidos, algo que no hacía desde 1980. Irán no hubiera ido a rogarle a su enemigo declarado si hubiera tenido otra opción.

Irán, las naciones sauditas y los demás países petroleros del Medio Oriente, dependen de la agricultura global para adquirir los granos que necesitan. Los Emiratos Árabes Unidos compran tierras agrícolas en Sudán y Kazajstán, Corea del Sur trata de conseguir tierras en Mongolia, China y el sureste de Asia, y Libia alquila granjas en Ucrania.

Con el cierre de los embarques ucranianos, sólo quedan tres grandes exportadores de granos: Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Estos productores globales dependen totalmente del uso de fertilizantes y combustibles fósiles. Sin embargo, la producción de fósforo -principal componente de los fertilizantes- es escasa y va en declive, y la era de la energía barata está llegando a su fin.

La gran hoguera

La globalización se está quedando literalmente sin gasolina. Los geólogos que participaron en la Conferencia de la Asociación para el Estudio del Pico del Petróleo y del Gas (ASPO), realizada en California en septiembre, confirmaron que la producción mundial de petróleo ha dejado de crecer y comenzará su inevitable declive durante la próxima década.

Un estudio del Departamento de Energía de Estados Unidos (el informe Hirsch) advirtió en 2005, el año en que se estabilizó la producción mundial de petróleo, que la sociedad necesitaba un plazo de 20 años para poder poner en marcha un nuevo plan de energía óptimo. Ya es demasiado tarde para una respuesta tan mesurada, y el hecho de no haber actuado a tiempo, es el resultado directo de la negación de los lobbistas y economistas que coreaban "el crecimiento eterno" mientras ocultaban o pasaban por alto la evidencia que tenían ante sus ojos.

La teoría económica convencional ha afirmado que los recursos son prácticamente infinitos, y que sólo se necesita capital y mano de obra para crear "riqueza". El agotamiento del petróleo deja al descubierto ese trágico engreimiento. La producción de petróleo decayó el año pasado en ocho de los doce países productores. Cada uno de los principales campos petroleros en el planeta está en declive, y los descubrimientos mundiales alcanzaron su pico hace 40 años.

Mientras tanto, los promotores del crecimiento económico esperan que la humanidad duplique su flota vehicular en los próximos diez años, de uno a 2 mil millones de vehículos, mientras se siguen construyendo caminos sobre tierras cultivables.

Los avances en energía solar y eólica ayudarán a mitigar la próxima crisis energética, pero no sustituirán a los combustibles líquidos baratos. Los biocombustibles tienen cierto valor local si se basan en desechos agrícolas, pero dicho valor será insignificante a escala mundial.

El etanol de maíz socava la agricultura para producir alimentos y no podrá ni remotamente reemplazar al petróleo barato. Los proyectos de hacer biocombustibles con celulosa y algas no pueden siquiera producir energía neta, de modo que no resultan económicos a ningún precio.

Los nuevos descubrimientos de petróleo y las tecnologías de recuperación quedan irremediablemente rezagados frente al inminente declive de los campos petroleros convencionales.

Los promotores de la industria petrolera proclamaron hace poco que había "90 mil millones de barriles de crudo" en el Ártico, pero se les olvidó mencionar que esta cantidad de petróleo, suponiendo que dicho manto pudiera confirmarse y extraerse, alcanza sólo para tres años de suministro mundial.

La mejor y más barata fuente de energía es la conservación. La única solución ambientalmente viable para el fin de los combustibles líquidos baratos es quemar menos. El analista Randy Udall, que redactó el Programa de Mitigación de Energía Renovable de Colorado, dijo a la conferencia de ASPO que las empresas de energía no piensan en la conservación. En lugar de ello, quemarán más carbón, harán combustible líquido a partir de él, y derretirán el asfalto a temperaturas sobrenaturales en arenas alquitranadas y proyectos bituminosos poco eficientes.

Udall ha denominado nuestra era de la historia como "La Gran Hoguera". Quemamos un millón de toneladas de combustibles fósiles por hora, liberando 80 millones de toneladas de CO2 por día. Y así, llegamos a la tercera gran grieta en la delgada fachada del crecimiento continuo.

Antiguo metano

Según el Proyecto Mundial de Carbono, el aumento anual del año pasado de las emisiones de carbono, 2,9%, superó las previsiones anteriores, "generando un fuerte forzamiento del clima, y antes de lo esperado". Todas las reuniones internacionales, festivales de comercio de carbono, y apretones de manos de Kyoto no han logrado reducir las emisiones de carbono o cuanto menos estabilizar la tasa de crecimiento de estas emisiones.

Mientras tanto, en septiembre, Orjan Gustafsson, de la Universidad de Estocolmo - con el Estudio Internacional de la Plataforma de Siberia, patrocinado por la Academia de Ciencias de Rusia y la Unión Geofísica Americana - anunció pruebas de que millones de toneladas de gas metano (25 veces más potente que el CO2 como gas de efecto invernadero) ahora se escapa a la atmósfera desde los fondos marinos por debajo del Ártico. Como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha advertido, las profundidades del permahielo (subsuelo permanentemente congelado de las regiones árticas o subárticos) hoy parecen derretirse.

Los científicos a bordo del buque de investigación ruso Jacob Smirnitskyi registraron burbujas de metano en la superficie del mar, que causan concentraciones trasportadas por el aire de 100 veces los niveles de fondo. Diez expediciones anteriores realizadas desde 2003 no detectaron estos niveles de metano libre. Los nuevos datos describen que las emisiones son tan intensas que el metano no tiene tiempo para disolverse en el agua de mar, y emerge como burbujas a la superficie del océano. Liberaciones similares se han registrado en el este de Siberia y los mares Laptev, que ascienden a millones de toneladas de metano procedentes de la fundición del permahielo submarino.

El escape de metano representa una gran exhalación de hidrocarburos antiguos probablemente capturados en la época cálida del Paleozoico cuando los anfibios se arrastraban desde el mar. El carbono se escapó una vez antes, 225 millones de años atrás, durante el colapso ecológico Pérmico que llevó al pico de calor del Mesozoico, y fue recapturado como metano, durante los últimos 100 millones de años. Los meteorólogos advierten que este importante almacenamiento de carbono antiguo podría conducir a alejar el calentamiento global, mucho más que la influencia de la tecnología humana para aislarlo o prevenirlo.

El metano representa el costo inestimable de hacer negocios en la era de la "Gran Hoguera". Los especuladores del mercado podrán recortar los activos tóxicos de sus balances, pero no pueden dictar la contabilidad de la naturaleza.

Resistencia

Independientemente de los rescates de emergencia y más promesas de papel, el colapso económico continuará en los ajustes y hasta que la humanidad logre un verdadero equilibrio ecológico, adopte una economía en estado estacionario y entienda finalmente que la ecología es la base de la empresa. Hay sólo dos opciones para las culturas vivas en un sistema físico: la homeostasis o el colapso.

Las generaciones futuras tendrán todo el derecho a despedir a la "Gran Hoguera" como una época de ignorancia y de exceso inaceptable. Pero quiero que las generaciones futuras sepan esto: Muchos de nuestra generación nunca los vendieron. Hemos mantenido los ojos abiertos, presenciamos la verdad, y dimos lo mejor de nosotros para advertir a nuestra torpe y miope civilización.

Me dirijo a muchos jóvenes, que están aterrados y/o enojados por el estado del mundo, la extravagancia del derroche de la sociedad, y la innecesaria destrucción ecológica. Experimenté reacciones similares cuando de niño me enteré que nuestro mundo podría ser vaporizado por las armas nucleares. Cuando somos jóvenes, nuestras familias y los profesores nos protegen de algunas realidades perturbadoras. Si seguimos siendo ingenuos o mal informados, el descubrimiento de las verdades alarmantes sobre nuestro mundo podría crear conmoción e indignación.

La mejor manera de no ser nunca desilusionados es no ser ilusionados en primer lugar.

El juego de manos económico no restablecerá nuestro lugar en la Tierra. Las estrategias de supervivencia humana serán como mucho de resistencia mientras dure la transformación en la búsqueda de "soluciones" para preservar expectativas insostenibles. Nuestra resistencia incluirá un redescubrimiento de una vida más rica con medios más simples, una verdadera calidad de vida que no puede adquirirse, sólo vivirse. La sociedad humana puede cambiar y, de hecho, tiene que cambiar. No se depriman. Infórmense y sean activos.

Rex Weyler - sep. 2008

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