Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 23 abril, 2009
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 3: El señor de las moscas

April 2008

La historia demuestra que la sociedad puede cambiar si alguna fuerza moral (derechos civiles, derechos de las mujeres) desafía las convenciones sociales. De cualquier manera, antes de poder ser optimistas sobre la resolución de la crisis ambiental, debemos ser realistas. De otra forma, nuestra confianza es ilusoria.

Los analistas luchan por evaluar nuestro dilema de vivir dentro de una experiencia que aún estamos tratando de entender. Somos la variable de más rápido cambio en este experimento. Seis mil años representan sólo un parpadeo en la historia de la Tierra, aunque esos milenios comprendan la historia completa de la humanidad, desde un millón de cazadores y recolectores a 6 mil millones de humanos disputándose recursos cada vez más escasos.  Desde dentro de esta oleada humana, particularmente en el marco de la duración la vida de un hombre, es muy difícil presenciar las fuerzas que erosionan la civilización. Debemos dar un paso atrás.

Adiós tomate.

tomato and world

En mi clase de Biología del secundario, pusimos una docena de “moscas de la fruta”– machos y hembras- en un frasco junto a un tomate. Las moscas se multiplicaron día tras día. Contamos y graficamos la población, y los datos formaron una elegante curva que registré en un papel de dibujo: veinte, cuarenta, y de repente cientos de moscas alimentándose del tomate. Después de un mes el frasco estaba lleno de moscas y el tomate a medio comer. Nos fuimos a casa por el fin de semana y cuando regresamos a la clase el tomate había desaparecido y las moscas estaban muertas.

El pequeño experimento ilustra el crecimiento exponencial en la naturaleza. No hay ningún caso en que ese crecimiento continúe para siempre. Ninguno. La economía global no puede duplicarse cada 20 años para siempre. El planeta no puede soportar ni siquiera que el 1% de la población crezca indefinidamente.

Un aspecto importante de la lección del experimento de las moscas de la fruta es que por un mes, todo aparentaba ser excelente en Tomatelandia.  El colapso llegó en un instante. ¿Somos más inteligentes que las moscas? Ya comimos más de la mitad de nuestro tomate, la Tierra, y el tiempo de despertar a esta realidad es ahora, ha sido “ahora” desde hace cientos de años, pero los que lideran a las moscas insisten en que todo está bien y podemos seguir con la fiesta. ¿Pueden suficientes personas salir de la histeria del consumismo y alertar a la multitud de que “el tomate” no es infinito?

¿En qué tenía razón Malthus?

Al final del 1800, Thomas Malthus predijo que el crecimiento exponencial  de la población humana iba eventualmente a sobrepasar el suministro de alimentos. “Una muerte prematura visitará de una manera u otra a la raza humana”. Él citó la guerra, las enfermedades, el hambre, a lo que nosotros debemos agregarle la muerte de los ríos, la erosión de los suelos, la desertificación, el cambio climático, el aumento del nivel del mar, entre otros problemas ambientales.

En el siglo veinte, los industriales instalaron la noción popular de que Malthus estaba equivocado. Él  había  fracasado, y la teoría se usó en beneficio de las ganancias de una tecnología – combustibles baratos, fertilizantes, pesticidas, ingeniería genética y la llamada “revolución verde”- que nos iba a permitir escaparnos de las leyes de la naturaleza.

Pero la tecnología sólo nos ayudó a comer el “tomate” de una manera más eficiente. Al final, las leyes de la naturaleza prevalecieron. Una población que crece exponencialmente con demandas que crecen de igual manera, no puede sostenerse por sí misma en un planeta fijo.

Todo alcanzó su nivel máximo

En los 70´s  la industria pesquera mundial se vio sorprendida por una serie de eventos inesperados. Por cientos de años, la humanidad había aumentado la productividad de los océanos con botes más rápidos, redes más grandes y sonares de avanzada. Sin embargo,  en 1970 la producción en el océano se estancó en 65 millones de toneladas métricas (mmt) por año. Descubrieron que los avances de la tecnología no podían crear más peces. La pesca de la anchoa peruana cayó en picada a mediados de los 70’s y nunca se recuperó. La pesca del bacalao del Atlántico Norte fue devastada y continúa así.

peak everything

Escribiendo sobre esto en 1977, Paul Ehrlich predijo que la industria pesquera “desplazaría la cadena alimentaria un escalón más abajo” llevando a generar una producción extraída desde lo más profundo con peces y fitoplanctons más pequeños. Además señaló que existirían menos peces por persona a causa del crecimiento de la población. Esto es exactamente lo que ocurrió. La tecnología pesquera se hizo más fuerte con grandes cantidades de biomasa oceánica, pero la producción de peces per cápita declinó un 80%. Es decír, había más peces, pero con menor calidad y cantidad por persona. 

Olvidemos las discusiones sobre si el petróleo ha alcanzado su pico máximo. Todo ha llegado a su pico máximo. No hay ningún recurso disponible hoy en el planeta del cual vaya a haber más en el futuro, excepto quizás el calor. La producción mundial de petróleo ya ha alcanzado su pico más alto y si le sumamos los factores de “energía neta”, ya está decayendo. La energía neta de petróleo per capita llegó a su cima 3 décadas atrás, en 1979.

Había una vez 8 mil millones de hectáreas de bosques en la Tierra. Ahora solo quedan 4 mil millones con bosques de menor calidad y con menos madera por hectárea. Mientras tanto, cada año perdemos 20 mil millones de toneladas métricas de humus, emitimos 20 mil millones de toneladas métricas de dióxido de carbono en la atmósfera y creamos 2 millones de hectáreas de nuevos desiertos. Nada de esto es remotamente sustentable. Estamos a mitad de camino del tomate.  Tic-tac, tic-tac…

Población y consumo

Cada año la población mundial aumenta en 75 millones de personas, un equivalente a 50 ciudades con el tamaño de Amsterdam o Vancouver. Energía, alimentos, agua e infraestructura quedan detrás de esta aglomeración de gente. Tomemos el ejemplo del agua:

Fruitflies multiplying

Cerca de 1, 3 mil millones de personas – un quinto de la humanidad- carece de agua potable segura, y cada año este número aumenta en 150 millones- dos veces la red de crecimiento poblacional. Drenamos ríos y acuíferos a costa de la sed de la gente. Este escenario cumple con la predicción  estudiada en los 70’s llamada “Límites para crecer”, que decía que los recursos en declive se encontrarían con una población creciente. El resultado: el hambre, las sequías, los desiertos, los refugiados y las guerras por los recursos. 

Reducir el crecimiento poblacional representa un desafío delicado. Gobiernos y hasta grupos ambientalistas con frecuencia evitan esta cuestión. El consumo excesivo es de hecho un factor grave, pero el crecimiento de la población pone la presión en los recursos del planeta. China, India, Sudamérica y el resto del mundo en vías de desarrollo anhelan la prosperidad de Europa y América.  Las desposeídas moscas codician las fortunas de las moscas codiciosas, pero nada de esto crea más tomate.

Aprendimos el mes pasado que el programa de alimentos de las Naciones Unidas, que intenta alimentar a cerca de 73 millones  del billón de personas desnutridas, no puede lograr sus objetivos debido al aumento de los precios de los alimentos a nivel global. ¿Y qué es lo que está haciendo crecer estos precios?

1- El aumento en los precios del petróleo para el transporte marítimo

2-  La desertificación y la pérdida de humus

3- El uso de tierra agrícola para sembrar maíz del etanol, combustible para los consumidores ricos con “conciencia ecológica”. 

Las Naciones Unidas muestran que el consumo desproporcionado en los países ricos les saca la comida de la boca a los pobres. La Tierra es finita. La tecnología no puede cambiar las leyes de la naturaleza, la humanidad debe consumir menos y nosotros debemos frenar y revertir el crecimiento poblacional.

Otra de las teorías preferidas de los industrialistas es que la “generación de la riqueza” reducirá la población y aumentará los ingresos. Esa es una teoría conveniente porque es parcialmente verdadera, pero la consolidación de la riqueza es la meta real de estos planificadores sociales, y la población esta superando al crecimiento económico. Agregamos más gente hambrienta y sedienta cada año. El intento de China de crear 700 millones de consumidores urbanos está destruyendo su medioambiente y el de sus colonias imperiales.

De cualquier manera, allí existen dos auténticas soluciones al crecimiento de la población: (1) mejorar los derechos de las mujeres y (2) hacer que los anticonceptivos sean accesibles para todas. Estos objetivos deberían ser la prioridad de las naciones ricas.

 

El gasto militar global excede los 1,2 billones de dólares. Los Estados Unidos gastan la mitad y Europa un cuarto. Los grandes consumidores tienen todas las armas. Lo que podemos ver de todo esto es que la paz mundial, la justicia social y la ecología siguen íntimamente relacionadas.

Las moscas más ricas están defendiendo su derecho a consumir la mayoría del “tomate”, especialmente ahora que han vislumbrado que los recursos son limitados. China ahora se  ha sumado a América y Europa en la puja por comer el tomate antes de que alguien más lo haga. ¿Somos más inteligentes que las “moscas de la fruta”?

Un amigo insiste en que soy demasiado pesimista, que no creo en la ingenuidad humana para resolver nuestras crisis. Él confunde realismo con pesimismo. Yo no pienso que lo carecemos de ingenuidad, lo que nos falta es la compasión, el sentido común y el coraje. No vamos a construir nuestros caminos fuera de esto. El cambio necesario requiere de un nuevo y radical paradigma. Debemos adoptar una forma de vida ecológica y rechazar el consumo excesivo  así como la civilización denuncia la esclavitud y el sexismo. Estamos tratando de enverdecer nuestro consumo sin cambiar realmente nuestros hábitos. Esto no funcionará. Me recuerda a aquellos que proponían leyes para mejorar las condiciones de vida de los esclavos.

El optimismo que poseo proviene del conocimiento de que los seres humanos compasivos y valientes – Gandhi, Rosa Parks, Aung San Suu Kyi – en una crisis, se levantarán por la verdad y la justicia. Estos son los verdaderos guerreros de la humanidad, los que no se ven intimidados por las consecuencias de actuar según su conciencia. La valentía humana para hacer frente a los hechos es nuestra esperanza. Imaginen si cada uno de nosotros eligiera un problema y no descansara hasta que se resolviera. Esa es nuestra esperanza.


- Rex Weyler

Emiliano Ezcurra* cuenta su experiencia con Rex Weyler, cuando en 2005 el fundador de Greenpeace vino a la Argentina a colaborar con la Campaña de Bosques.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Rex Weyler"Rex Weyler es uno de los visionarios que fundó Greenpeace en Canadá en 1971 y formó parte de esa "fracasada" expedición que zarpó desde la ciudad canadiense de Vancouver para oponerse a una prueba nuclear de EEUU en una isla cerca de Alaska.

35 años más tarde Rex, llegó a la Argentina para colaborar con nuestra campaña contra los desmontes, y unirse al equipo de los jaguares de Greenpeace frenando topadoras en los bosques de Salta.

Compartimos muchos días de trabajo en nuestra oficina y partimos juntos hacia el norte de nuestro país, donde Rex participó de las reuniones previas y de las acciones con un ímpetu y una determinación que parecía que hacía unas horas se había bajado del "Phillis Cormack", aquel viejo buque con el que 35 años atrás trataron de llegar a Alaska.

Su alma de activista sigue intacta en cada uno de sus actos. No es un guerrero cansado que vino sólo para dar aliento y buenos consejos (algo que sin duda también nos brindó), sino que su presencia nos contagió de energía y compromiso para dar todo por esta causa. Su buen humor permanente en el trabajo y un gran profesionalismo son sus características principales y hacen que todos aquellos que formamos Greenpeace sigamos estando orgullosos de contarlo en nuestras filas"

*Emiliano Ezcurra fue Coordinador de la Campaña de Bosques y Director de Campañas de Greenpeace Argentina.

 

 

Ver capítulos anteriores 1 2