Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 8 abril, 2009
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace. April 2009

Capítulo 14: Los bosques: ¿protección contra el carbono o bombas de tiempo?

La deforestación contribuye al calentamiento global. La elevación de la temperatura mata árboles y daña los bosques. Los árboles que mueren liberan más carbono. El carbón atmosférico eleva las temperaturas del planeta.

Este ciclo de deterioro de los bosques constituye un lazo crítico de reacción que probablemente impulsará el calentamiento durante siglos, modificará los ciclos vitales de la Tierra en general y dará paso a una transformación radical de la civilización.

La destrucción generalizada de los bosques por la tala maderera, por la extensión de los hábitats humanos y para cultivar frijol de soya, así como palmas de aceite, se mantiene a un ritmo de 13 millones de hectáreas de pérdida neta al año. Muchos de los árboles talados se queman en el lugar mismo de la tala. Mientras tanto, los árboles se mueren o crecen más lentamente debido al calentamiento global. Los bosques en decadencia absorben menos CO2 y liberan más carbono.

Sequías, calor e incendios

Las sequías y el calor vuelven a los bosques cada vez más susceptibles, a los insectos y a los incendios.  David Gilbert, de la Organización Australiana para la Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth, publicará este año un estudio que muestra que, en condiciones de un clima más cálido, los bosques tienen menos biomasa y un índice mayor de mortalidad.

Las temperaturas elevadas han propiciado ataques de los escarabajos de la corteza a bosques de Estados Unidos, Canadá y Rusia. En el oeste de Canadá, donde yo vivo, los escarabajos han devastado más de nueve millones de hectáreas de bosque de pino debido a la elevación de las temperaturas.

Simplemente, el que los árboles estén más secos, hace a los bosques más vulnerables a los incendios. El carbono absorbido por los bosques durante siglos puede quedar libre en tan sólo unos días debido a incendios como el que hubo en Australia hace algunos años.  Los incendios son cada vez más frecuentes en todo el mundo y lanzan a la atmósfera casi una tercera parte del carbono que liberan los combustibles fósiles.

Los modelos de proyección climática anteriores preveían que los bosques y los océanos absorberían gran parte de la contaminación de carbono producida por la humanidad.  La información actual muestra, sin embargo, que los océanos y los bosques son menos eficientes de lo previsto en los modelos. La capacidad de los océanos para absorber bióxido de carbono ha disminuido desde 1981, debido al calentamiento y a la acumulación de ácido carbónico. La investigación publicada este año muestra que los bosques absorben menos carbono debido a la deforestación industrial y a la muerte de los bosques ocasionada por el calentamiento.

La deforestación ha provocado el 20 por ciento del calentamiento y algunos bosques boreales están dejando de absorber carbono y están empezando a emitirlo. El Dr. J. Michael Waddington, de la Universidad McMaster de Canadá, opina que los "Bosques que una vez esperamos que absorbieran el carbono, ahora parecen bombas de carbono activadas". 

Biocombustibles y frijol de soya

Los científicos del clima subrayan la importancia de conservar las selvas tropicales, los almacenes de carbono más eficientes del mundo. Desafortunadamente, todos los días se destruyen para poder cultivar biocombustibles, palma de aceite y frijol de soya. Peter Frumhoff, jefe del programa del clima de la Unión de Científicos Preocupados, considera que reemplazar las selvas tropicales con cultivos para producir biocombustibles es como "proteger la casa contra la intemperie dejando las ventanas abiertas."

En Brasil, la tierra para cultivar frijol de soya se ha duplicado en cinco años. En Argentina, he visto bulldozers trabajando como si se tratara de una división de tanques de guerra, arrasando y quemando bosques a una velocidad de 200 mil hectáreas al año. En Indonesia, la producción de palma de aceite se triplicó durante los años 90 y se triplicó de nuevo en los últimos 10 años.  En todos los casos, se destruyen bosques, se extinguen especies y se desplaza a las comunidades indígenas hacia los arrabales urbanos. Todo ello para suministrar alimentos para ganado, comida y biocombustibles a los consumidores ricos de los países industrializados.  

Holly Gibbs, del Instituto Woods para el Medio Ambiente, de la Universidad de Stanford, ha analizado las imágenes de satélite que dan cuenta de la deforestación y del cambio climático. Sus datos muestran que entre el año 1980 y 2000, más del 80 por ciento de la nueva tierra cultivable provino de selvas tropicales, la mayor parte de bosques intactos "contrariamente a lo que proclaman algunos defensores de los biocombustibles. Es un importante motivo de preocupación", comentó Gibbs.

"Si ponemos en nuestros automóviles los biocombustibles producidos en el trópico, literalmente estaremos quemando los bosques en nuestro tanque de gasolina." Holly Gibbs considera que el desastre ambiental se cierne "a la vuelta de la esquina sin más normas energéticas que realmente tomen en consideración las repercusiones en las selvas tropicales". Las cuales, junto con su suelo, contienen más de 340 mil millones de toneladas de carbono, el equivalente a más de 40 años de emisiones de bióxido de carbono provenientes de la quema de combustibles fósiles. 

Momentos decisivos

Los climatólogos más reconocidos del mundo se reunieron en Copenhague en marzo de 2009 e instaron a los gobiernos a emprender acciones contundentes en diciembre, cuando se intente sustituir el protocolo de Kyoto. Los científicos han observado que el calentamiento global y el deshielo están avanzando mucho más rápido que los pronósticos más pesimistas. Los científicos expresaron, con preocupación, que la deforestación y la contracción de los bosques pueden agravar esta tendencia y provocar un calentamiento arrollador.

Los climatólogos, que alguna vez advirtieron que la humanidad debería procurar que el calentamiento no aumentara más de 2°C para evitar el riesgo de ciclos de reacción, ahora consideran que dicha meta es causa perdida. El clima promedio de la Tierra presenta un incremento de 0.75°C y los climatólogos esperan que llegue al límite de los 2°C en el 2050.  Chris Jones, del Centro Hadley de Exeter, Reino Unido, considera que dicho aumento podría ocasionar la pérdida del 20 al 40 por ciento de la selva amazónica: "La reunión, que se llevará a cabo en Copenhague podría ser la última oportunidad de la humanidad para tomar en serio el cambio climático, pues la civilización se tambalea al borde del mayor desastre natural de nuestra historia: el calentamiento global desenfrenado".

Además, las investigaciones demuestran que el efecto del cambio climático ya no es lineal. Una vez sobrepasado el límite de 2°C, la decadencia no llevará un ritmo constante, sino que los perjuicios en el ecosistema, el desecamiento de los bosques, la pérdida de especies y el deshielo del permafrost, experimentarán un cambio brusco. Un aumento de 5°C en la temperatura desencadenaría la destrucción del ecosistema y crearía condiciones tales que no permitirían la subsistencia de los seres humanos.

Un trabajo científico reciente muestra que esta respuesta no lineal se debe a la perniciosa interacción entre los elementos en los momentos decisivos. Los climatólogos predicen que una vez alcanzado un momento decisivo, como la desaparición de un bosque o la liberación de metano, por ejemplo, otros factores críticos podrían ser empujados más allá de su propio momento decisivo. Los científicos reunidos en Copenhague revelaron, además, que el desecamiento de las turberas se suma al problema aumentando la respiración, oxidando la turba, produciendo calor y liberando CO2, otro momento decisivo y lazo de reacción.

Fragmentación

Janet Cotter, de la Unidad Científica de Greenpeace de la Universidad de Exeter, asistió a las reuniones y comentó que los modelos climáticos todavía no establecen la relación de la deforestación provocada por el hombre, con la desaparición de bosques a causa de los incendios y las sequías. Los investigadores ya están tratando de incluir dichos factores en los modelos para poder hacer predicciones mejor informadas.

Es importante recordar que las predicciones anteriores han sido demasiado conservadoras y han subestimado la velocidad del cambio climático. Algunos estudiosos de los bosques opinaron que tal vez no tenga caso conservar los bosques destinados a desaparecer con el cambio climático. Lo que sugiere que tal vez debamos concentrarnos en proteger los bosques que pueden resistirlo.

Cotter considera que entre los interesados en la silvicultura hay muchos más guardabosques que ecologistas, por lo que la afirmación anterior puede obedecer a su interés de talar dichas regiones. Por otra parte, la ciencia de los ecosistemas forestales muestra que la fragmentación ocasionada por la tala de árboles hace a los bosques más vulnerables a la sequía. "El conservar los ecosistemas forestales en buenas condiciones, independientemente del decaimiento por calentamiento, los vuelve menos vulnerables."  La afirmación de que hay que abandonar algunos bosques fue puesta en entredicho.  

Una investigación científica realizada con fondos de la Academia de Ciencias de Estados Unidos afirma que la selva del Amazonas podría secarse y convertirse en pastizal, una posibilidad que puede evitarse si se detiene la deforestación y los consecuentes incendios.

Los autores afirman que la desecación de los bosques de la Amazonia Oriental en el siglo XXI todavía dista mucho de ser inevitable, pero sigue siendo una posibilidad patente. Consideran que lo primero que debe hacerse para minimizar ese riesgo es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo, pero añaden que, así como la actividad humana y los incendios pueden provocar una crisis en la capacidad de recuperación de los bosques y su consecuente desecamiento, una intervención directa encaminada a mantener la capacidad de recuperación de los bosques y evitar el momento decisivo, tal vez bastaría para ayudar a la Amazonia Oriental a alejarse de ese momento, más allá del cual, la amplísima selva tropical se volvería insostenible.  

El informe concluye que el mantenimiento de la selva tropical podría ser no sólo una manera de mitigar el cambio climático, promover el avance regional y conservar la biodiversidad, sino de adaptación, a medida que el clima amazónico cambie inevitablemente.

Simple y sencillamente, así es

Los bosques constituyen enormes almacenes de carbono. Al destruirlos, el carbono queda libre, aumentando el calentamiento global y contribuyendo al desecamiento de los bosques, es decir, un círculo vicioso. La deforestación magnifica los efectos del cambio climático al fragmentar los bosques, secándolos y haciéndolos más vulnerables a los incendios provocados por la sequía. El riesgo máximo es el cambio climático desenfrenado que conduce a la pérdida de la diversidad y de los servicios vitales del ecosistema.

En el otoño pasado, el economista Pavan Sukhdev del Deutsche Bank informó en un estudio europeo sobre los ecosistemas, que la deforestación merma el valor del capital natural de la Tierra, absorción de carbono, biodiversidad, filtración de agua, etc., en 5 billones de dólares al año.  Es decir, un cinco con doce ceros de pérdida de valor cada año, que no se compara con la reciente crisis financiera mundial que provocó una pérdida aproximada de apenas 1 billón 500 mil millones de dólares de riqueza de papel.  

Es indispensable que los bosques primarios intactos queden protegidos a partir de la Cumbre de las Naciones Unidas para el Clima que se llevará a cabo en diciembre. La reunión de Copenhague podría ser la última oportunidad de la humanidad para tomar en serio el cambio climático pues la civilización se tambalea al borde del mayor desastre natural de nuestra historia: el calentamiento global desenfrenado.

Diecisiete años de borradores del protocolo de Kyoto, conferencias, indecisión y apretones de mano no han servido absolutamente para nada en lo que respecta a disminuir la cantidad de carbono emitido por las actividades humanas.

A pesar de los notables avances logrados en Europa, la humanidad, en su conjunto, todavía no reduce la tasa de aumento de las emisiones ni de la destrucción forestal. Hoy no podemos darnos el lujo de emprender medidas inútiles ni de negar el cambio climático. Ya es demasiado tarde para evitar una parte del caos provocado por el consumo imprudente de los sistemas biofísicos de la Tierra,  tal vez podamos evitar el desastre total, pero sólo lo lograremos si lo hacemos con empeño y dedicación.

Es hora de tomar decisiones sabias y valientes. A partir de hoy tenemos que reducir drásticamente las emisiones de carbono  y preservar cada centímetro cuadrado de nuestros bosques. 

Rex Weyler -

abril 2009

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