Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 8 febrero, 2009
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 12: Un hombre, una leyenda en la montaña

Las personas a quienes les encanta la naturaleza y luchan en pro del día en que la humanidad pueda habitar este planeta de abundancia con asombro, humildad y compasión, lamentan la pérdida de un gran visionario ecológico, Arne Naess, que murió el 12 de enero dejando un legado de conocimientos y acciones en beneficio del medio ambiente.

Naess, uno de los filósofos más influyentes de su generación, murió mientras dormía a la edad de 96 años en Oslo, Noruega. El ávido montañista fundó el movimiento Ecología Profunda inspirado en el budismo, en Rachel Carson, Aldo Leopold y, principalmente, en la propia naturaleza.

Arne Naess en la apertura de la oficina de Greenpeace en Oslo, 1988

Greenpeace puede enorgullecerse de que haya sido el primer presidente de Greenpeace Noruega en 1988. Su historia personal ilumina el camino de la ecología en el siglo XXI.

En la montaña

Naess nació en 1912, en Slemdal, cerca de Oslo, y su padre, el banquero Ragnar Naess, murió al año siguiente. Naess recordó posteriormente que su madre, Christine Dekke, estaba preocupada con la tarea de criar a sus hermanos mayores, así que él solía vagar por ahí con la naturaleza como única compañera.

En su libro "How My Philosophy Seemed to Develop" reveló que, a la edad de cuatro años, se "quedaba parado o sentado durante horas … en la parte baja de la costa, maravillado ante la abrumadora diversidad y riqueza de la vida marina."

A los 17 años de edad, mientras escalaba el macizo Hallingskarvet en Noruega, conoció a un amable juez noruego al que también le fascinaba la naturaleza. Este mentor le recomendó al joven Arne que leyera al filósofo judío alemán Spinoza, que equiparaba la "mayor virtud" con el conocimiento de la naturaleza. De Spinoza, Naess aprendió que todo pensamiento sobre la verdad y la sociedad humana comienza por reconocer la "sustancia" esencial, la diversidad y magnificencia del mundo natural.

A partir de los 20 años, Naess construyó la cabaña donde escribiría toda la vida, Tvergastein, en lo alto de esta montaña. Una vez dijo que en las montañas uno se siente pequeño comparado con la vista circundante, de modo que puede sentir, más fácil e intensamente, que forma parte de algo mayor. Uno se da cuenta de que la idea del "ser" es más vasta y profunda. La profundidad que sentía en la inmensidad de la naturaleza, montañas, mares, bosques, lo llevó a usar la palabra "profunda" para describir su manera de ver la ecología.

Ecología en Acción

Después de graduarse de la Universidad de Oslo, Naess estudió en Austria, donde conoció al famoso Círculo de Viena, un grupo de filósofos y psicoanalistas influenciados por Sigmund Freud. Aunque el grupo de Viena le sirvió de inspiración, Naess consideró que su filosofía era demasiado incorpórea e intelectual. Señaló que su conocimiento del "ser" no abarcaba la naturaleza y por ello estaba definitivamente equivocada. Tomando como punto de partida la noción de Spinoza de que todos los seres existen por completo dentro de la naturaleza, amplió la idea freudiana del "ser" y el "ego" para extenderla a nuestro lugar dentro de la naturaleza. Así surgió una de las tradiciones más influyentes de la ecología moderna, la creación de la "Ecología Profunda" de Naess.

Naess volvió a Noruega y se convirtió en el profesor más joven de la Universidad de Oslo. Durante la Segunda Guerra Mundial se unió a la resistencia noruega y ayudó a evitar que jóvenes estudiantes noruegos fueran embarcados con destino a los campos de concentración alemanes. Después de la guerra, dirigió un proyecto de la UNESCO para mejorar la comunicación entre Oriente y Occidente estudiando la forma en que diversas culturas usan palabras similares. El informe de su investigación se agotó por completo, pero la UNESCO nunca lo reimprimió, según Naess, debido a que algunos de sus hallazgos resultaban peligrosos desde el punto de vista político. Durante la Guerra Fría, el escucharse mutuamente era lo que menos le interesaba a Washington, Moscú y Londres.

Mientras tanto, estudiando el Budismo y a Gandhi, y leyendo la obra de Rachel Carson Silent Spring, Naess se dio cuenta de que su amor por la naturaleza tenía que pasar a la acción si quería que sus ideas tuvieran algún significado. En 1969, a la edad de 57, renunció a su puesto en la Universidad de Oslo y se volvió un activo protector de la naturaleza, "para vivir", dijo, "en lugar de funcionar." En 1970, se unió a las familias de granjeros que vivían cerca del pueblo de Myvatn, Noruega, para detener la construcción de una presa en el río Laxá ("salmón") que amenazaba con inundar sus granjas. Esta exitosa campaña, junto con el movimiento Chipko en la India, marca el inicio de las acciones de protección al medio ambiente que más tarde inspirarían el primer movimiento de Greenpeace.

Los nombres de las cosas

A principios de los 70, los integrantes del incipiente grupo de Greenpeace en Vancouver, Canadá, empezaron a escuchar sobre el activista noruego y sobre sus ideas de "ecología profunda". A medida que Greenpeace pasó de realizar protestas por la paz a orquestar acciones ecológicas elaboradas, Naess fue una de sus cuatro fuentes de inspiración. Estuvimos de acuerdo con su idea de que los demás seres de la naturaleza, llámense ballenas, focas, insectos, o árboles, tenían su propio "valor intrínseco". Protegíamos a las ballenas y a las focas, no sólo para conservar el medio ambiente para los objetivos de los seres humanos sino por el propio bien de éstos. El respeto fundamental por la naturaleza se convirtió en un distintivo importante para el movimiento ambientalista.

Conocí a Arne Naess en Los Ángeles a mediados de los 80 y luego volví verlo en una conferencia convocada por Thomas Berry y Brian Swimme en el norte de California. Descubrí que la mejor manera de entablar conversación con él era acompañarlo a caminar en cualquier escenario natural que hubiera a mano. Recuerdo su genuina curiosidad por las especies de árboles, aves y su forma de sumirse en lo que llamaba "el campo total" de la naturaleza.

Nunca sonaba como intelectual, sino que hablaba con un toque humorístico y burlón que parecía estar siempre a la búsqueda de un conocimiento nuevo y original. Decía que sus ideas no eran "filosóficas" en el sentido clásico, sino "intuición" nacida de la observación. Una vez estábamos reflexionando sobre si un gorrión era un Passerella iliaca o un Melospiza melodia y recuerdo la forma en que se soltó riendo de que los seres humanos piensen que entienden algo sólo porque le han puesto un nombre. Hablamos sobre comprender que los animales son "individuos" y no sólo "especies".

En 1988, nos sentimos honrados cuando Naess accedió a ser el primer presidente de Greenpeace Noruega. Cuando se enteró de su deceso, Truls Gulowsen de Greenpeace Nórdica comentó: "La filosofía ecológica de Naess sigue siendo importante para Greenpeace". ¿Y de qué se trata esta filosofía?

Ecología profunda

La ecología profunda inicia con la aceptación del valor intrínseco de todos los seres de la naturaleza y del propio ecosistema. Naess propuso a los ambientalistas que fueran más allá del "ser humano en la naturaleza" para reconocer que el sistema ecológico no es algo independiente de nosotros, sino que estamos dentro de él. La naturaleza hizo que nuestros ojos vieran y creo nuestros miembros, gustos e incluso pensamientos.

Enseñaba acerca de la "diversidad y la simbiosis", tanto en la naturaleza como en las ideas humanas. Decía que una cultura rica como la naturaleza, encontraba estabilidad en la diversidad y reconocía que todas las partes y puntos de vista que la componían formaban un todo mayor. Insistía en que no fomentaba el pensamiento ocioso, sino que exigía un lenguaje preciso para describir las observaciones y experiencias.

Naess consideraba que la humanidad no tenía el derecho de reducir la riqueza y la diversidad de la naturaleza para satisfacer sus necesidades vitales de salud y supervivencia. Afirmaba que el efecto que ocasionábamos en el mundo era excesivo, una idea que tal vez sea obvia hoy en día, pero que resultaba bastante radical en los años sesenta. Creía que la población humana era demasiado grande y que era necesario estabilizar su crecimiento y, con el tiempo, permitirle disminuir. Creía que tal vez llevara un siglo o más, pero que la humanidad podría alcanzar finalmente un estado en el que la tecnología no resultara invasora y que los "niños pudieran crecer en la naturaleza".

"Entonces", decía, "habremos encontrado el camino de vuelta al paraíso".

Algunos activistas interesados en el medio ambiente y los derechos humanos, pensaban que las ideas de Naess eran "antihumanas", pero su compasión fue siempre universal. "El apreciar un bosque o una montaña no menosprecia nada de lo que hacen los seres humanos", decía. "No queremos decir que todos los seres vivos tengan el mismo valor que los seres humanos, pero sí que tienen un valor intrínseco... el derecho de vivir y florecer."

Cuestionaba la idea psicológica común de que el "ser" se forma a partir del "ego" infantil y evoluciona hacia la conciencia social del adulto hasta llegar a la conciencia espiritual. "La naturaleza no está considerada en esta fórmula," señalaba. "El humanismo da muestras de cierta arrogancia, como si fuéramos independientes o superiores a la naturaleza."

Naess afirmaba que si prestamos suficiente atención al mundo que nos rodea, no podemos sino identificarnos con todos los seres vivos, bonitos o feos, grandes o pequeños, sensibles o no."

Insistía en que a través de esta forma de madurez, descubriríamos que la calidad genuina de la vida tiene muy poco que ver con el consumo, la riqueza y el poder. Resumía lo anterior en un proverbio para vivir con ligereza sobre la tierra, que definía su vida: "Medios más sencillos, fines más ricos."

Rex Weyler- febrero 2009

 

Ver capítulos anteriores 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11