Rex Weyler cuenta nuestra historia

Página - 5 febrero, 2010
Rex Weyler fue el primer Director de la Fundación Greenpeace, el editor del primer newsletter de la organización, y el cofundador de Greenpeace Internacional en 1979. Fue también fotógrafo y reportero en las primeras campañas de focas y ballenas de Greenpeace y ha escrito una de las mejores y más exhaustivas historias de la organización, “Greenpeace” (Raincoast, 2004). Su libro, “Sangre de la Tierra, una historia del Movimiento Indoamericano”, fue nominado al Premio Pulitzer. “Verde profundo” es la columna mensual de Rex, donde recorre las raíces del activismo y el ecologismo, y nos cuenta acerca del pasado, presente y futuro de Greenpeace.

Capítulo 10: El renacimiento nuclear

La industria nuclear se subió a la oleada del cambio climático, proclamando que la energía nuclear va a resolver el calentamiento global y los problemas de energía en un renacimiento "nuclear" generalizado.

Cómo pueden ustedes adivinar, hay una trampa. La energía nuclear se enfrenta a un alza generalizada de costos de capital, la acumulación de desechos radiactivos, problemas de seguridad y seguros, la proliferación de armas nucleares y los altos costos de desmantelamiento de los reactores que magnificarán el problema de los desechos.

El argumento de que la energía nuclear no emplea carbón y, por lo tanto, constituye una solución para el calentamiento global, no toma en consideración el ciclo del combustible nuclear, que consta de: excavación, molienda, enriquecimiento y transportación de uranio; el forjado del acero para los recipientes presurizados; la construcción de enormes y complejas plantas; y el manejo, transporte, reprocesamiento y almacenamiento de los desechos, todo lo cual consume cantidades importantes de combustibles fósiles. En la fabricación de combustible nuclear se utilizan compuestos halogenados que erosionan la capa de ozono y, simultáneamente, contribuyen al calentamiento global aún más que el dióxido de carbono.

Este otoño, en la Universidad de Standford, el Dr. Mark Z. Jacobson publicó su trabajo "Review of Global Warming Solutions" (Estudio de las Soluciones al Calentamiento Global) y comparó la duración de las emisiones equivalentes a CO2 de las fuentes de energía. El viento y la energía solar concentrada emiten de 3 a 11 gramos de CO2 por kilovatio-hora (kWh) de electricidad. La energía geotérmica y la energía solar convencional emiten entre 16 y 64 gramos; mientras que la energía que producen las olas, las mareas y el agua, emiten de 34 a 71 gramos.

La electricidad nuclear emite de 68 a 180 gramos por kWh. Jacobson concluye que la energía producida por el "carbón y la energía nuclear ofrecen menos beneficio y representan una posibilidad de pérdida en costos".

Cada dólar que se invierta en energía nuclear aumentará el calentamiento global debido a que consumirá los escasos recursos que se necesitan para dar soluciones reales.

Economías nucleares

Este año, el mago de las inversiones millonarias, Warren Buffet, retiró su apoyo financiero al reactor nuclear de Estados Unidos ubicado en Idaho, con lo que el proyecto se vino abajo. ¿Por qué? Porque la energía nuclear no es económica.

Los costos reales de la energía nuclear se ven oscurecidos por miles de millones en subsidios públicos y los costos, todavía no cuantificados, del procesamiento de los desechos y el desmantelamiento de plantas.

No obstante, Amory Lovins e Imran Sheikh calculan que cada kilovatio-hora de electricidad proveniente de una planta nuclear nueva cuesta aproximadamente 14 centavos, mientras que el que proviene de una granja eólica cuesta 7 centavos. Incluso estos cálculos no toman en consideración lo que costaría el financiamiento de capital, la seguridad, la disposición de los desechos, los seguros ni los efectos en la salud pública. Ningún seguro de planta nuclear cuenta, ni aunque tenga garantías públicas, con una cobertura para accidentes de gran envergadura como el de Chernobyl, lo que se convierte en una deuda no presupuestada en el balance de las cuentas públicas.

Las plantas nucleares tienen hasta la fecha un récord de seguridad tétrico que abarca miles de personas accidentadas en los sectores privado, público y militar. Las plantas rusas de Chernobyl, Three Mile Island y Kyshtym (1958) y la planta de Idaho Falls en Estados Unidos (1955) no fueron anomalías, sino simplemente accidentes dramáticos. El reactor US Davis-Besse que se encuentra en el estado de Ohio, en Estados Unidos, ha tenido cuatro accidentes graves desde 1977.

El último fue en 2002, después de la desregulación impulsada por George Bush, que permitió un retraso en las inspecciones de seguridad. Mientras el gabinete de Bush se dormía en sus laureles, el ácido bórico consumió seis pulgadas de una cabeza de presión de 6 ½ pulgadas. De haber consumido todo el espesor, se habría dañado el centro y se hubiera fundido por completo. La planta tuvo que cerrar por dos años para reparar el daño, en lo que invirtió 600 millones de dólares. Este tipo de costos es muy común en la industrial nuclear.

En el mundo existen actualmente alrededor de 439 plantas nucleares en funcionamiento. Para sustituir, digamos el 25 por ciento de la energía que actualmente se obtiene del petróleo y el carbón, se necesitarían más de mil reactores nuevos, y cambiar las plantas existentes a medida que caduquen. El desmantelar 400 plantas y construir 1400 plantas nuevas costaría de 10 a 20 trillones de dólares, por lo menos, y triplicaría la magnitud del problema de desechos nucleares que aún está sin resolver. Además, dicho plan agotaría los suministros de uranio de todo el mundo mucho ante de que se terminaran de construir las 1400 plantas.

De los 36 proyectos de construcción de planta nucleares, 14 siguen detenidos y la mayoría de los proyectos que subsisten son propiedad del estado en países como Rusia, China e India. La energía nuclear no tiene futuro como negocio, a menos que se socialicen los costos, se privaticen las utilidades y se deje la basura para las generaciones futuras. En Estados Unidos, simplemente, 104 proyectos de plantas nucleares "privadas" han recibido más de $130 mil millones en subsidios que le cuestan a los contribuyentes, más de $1000 millones de dólares por reactor. Y se necesitarán miles de millones más para resolver el problema de la acumulación de residuos.

A la espera de soluciones para los desechos

Los desechos nucleares son los demonios indómitos de la energía nuclear. Después de 40 años de investigación, ni un solo kilogramo de residuos de combustible usado de alto nivel ha sido almacenado en un depósito permanente. El mortal plutonio radioactivo tiene una duración aproximada de 24 mil años. Una parte del combustible ha sido reprocesado, en lo que es de por sí una industria contaminante, pero tres cuartas partes del desecho permanece en almacenamientos temporales distribuidos en 50 países.

En el Reino Unido, un informe del año 2002 de la Royal Society reprendió a la industria nuclear por "descuidar.... el problema grave y urgente de disponer de los desechos nucleares". El informe considera que el almacenamiento adecuado de los desechos de Reino Unido costará 85 mil millones de libras (108 mil millones de euros, 139 mil millones de dólares). A ese ritmo, el almacenar los desechos nucleares acumulados en todo el mundo costaría más o menos $3 trillones de dólares, mucho más de lo que costó el rescate global bancario de 2008, lo que equivaldría a 6 mil millones de dólares por reactor, una deuda oculta que no se encuentra en el balance de ningún negocio.

Nadie, ni las empresas ni los políticos ni el público, quiere desechos nucleares en el ambiente. En los 80, la Comisión Regulatoria de la Energía Nuclear de Estados Unidos (NRC), anunció que almacenaría los desechos en una caverna de la Montaña Yucca, Nevada en 1998. Este año, el vocero de la NRC, Edward McGaffigan, le dijo al New York Times que el depósito de Nevada no podría abrirse en unos 20 años, si no es que más, debido a problemas técnicos, entre los que se contaban supuestos informes geológicos fraudulentos. Hoy en día, siete años después de haber proyectado un costo de $58 mil millones, la NRC calcula que en realidad, el público deberá pagar $96 mil millones.

Con el presupuesto excedido y dos décadas de retraso, la industria estadounidense se encuentra con que tiene 121 almacenes temporales de desechos nucleares que presentan fugas y corrosión, además de que constituyen objetivos vulnerables y riesgos de seguridad.

Vertido de basura nuclear

La industria nuclear francesa, supuestamente segura, se enfrenta a problemas críticos de contaminación y desechos. La planta reprocesadora de La Hague conserva la mayor parte del combustible de alto nivel ya usado en almacenamientos temporales. La planta emite al ambiente de las poblaciones cercanas: criptón, tritio, yodo y carbono 14, además de millones de litros de aguas residuales al Canal de la Mancha cada día. Los científicos médicos franceses advierten sobre el riesgo de leucemias y, desde 1997, Greenpeace ha hecho campañas para cerrar la planta.

Después de la prohibición de 1972, el Reino Unido, Francia y otras naciones volvieron a tirar en secreto desechos radiactivos al Golfo de Vizcaya de barcos como el MV Topaz y Gem. En 1979, el primer viaje del barco Rainbow Warrior de Greenpeace hizo frente al problema y lo denunció.

No obstante, después del tsunami de 2004, gigantescos tambores de desechos tóxicos y radiactivos se vaciaron desde el Océano Indico hacia 15 playas de Somalia. Los vecinos, que trataron de abrir los contenedores, murieron, sufrieron quemaduras y contaminación por los desechos. No sabemos si los recipientes provenían de Francia, el Reino Unido, Estados Unidos o algún otro país, pero representan uno de los costos ocultos de la energía nuclear que se escapa al mar, un costo que al final debe ser absorbido por el entorno marino y el público en general.

Con los desechos radiactivos que se acumulan en 50 países, el ejemplo de Somalia demuestra que todavía hay vertederos clandestinos. El profesor Geoffrey Boulton, de la Royal Society de Londres, advierte que en el Reino Unido los desechos pronto "se multiplicarán por 50" a medida que se desmantelen las estaciones nucleares. La mayoría de las plantas de todo el mundo, construidas en los años 70 y 80, se acercan al fin de su vida útil y todavía no se cuenta con un plan para procesar los desechos que resultarán de los gigantescos desmantelamientos.

Cortando manteca con motosierras

La afirmación de que la energía atómica resolverá o incluso, paliará el calentamiento global es mentira. La energía nuclear es un cerdo de carbón en comparación con las energías eólica, solar, geotérmica e hidráulica. Tan sólo en economía, la energía nuclear resulta reprobada. La acumulación de desechos, el riesgo de accidentes y sabotajes y la proliferación de armas nucleares hacen mucho más pesada la carga que debe llevar la sociedad.

Recuerden, todo este riesgo y contaminación provienen del deseo de hervir agua. En los años 70, Amory Lovins señaló que "el uso de la fisión nuclear para hervir agua es como usar una motosierra para cortar manteca".

La sociedad humana se enfrenta a una reducción inevitable en el uso de la energía. La era del petróleo resultó una bonanza fuera de serie y no existe ninguna alternativa creíble para reemplazar el volumen de energía petrolera. La fuente más importante de energía limpia en todo el mundo es la conservación, a un costo de cero y con cero emisiones de carbono.

La segunda fuente de energía más eficiente es la cogeneración, donde se recupera el calor de desecho que actualmente se envía a las chimeneas. Por último, podemos utilizar energías renovables, como el viento, el sol, el agua y la energía geotérmica, construyendo plantas adecuadas para cada localidad, al tiempo que se crean puesto de trabajo y se obtiene un mejor rendimiento sobre la inversión que en las plantas nucleares.

El secreto que la civilización industrial todavía está por conocer es que podemos mejorar la calidad real de vida con menos energía y menos volumen de producción. Podemos llevar una vida más plena sin necesidad de excavar el planeta hasta matarlo y sin poner en riesgo a las generaciones futuras con nuestra basura tóxica.

 Rex Weyler

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